1
Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXII Semana del Tiempo Ordinario
Martes
Salmo 26
El Señor es mi luz y mi salvación . Casi nos parece estar escuchando la voz de
san Pablo, el cual proclama: “Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?”
(Rm 8, 31). Pero la serenidad interior, la fortaleza de espíritu y la paz son un don
que se obtiene refugiándose en el templo, es decir, recurriendo a la oración
personal y comunitaria.
En efecto, el orante se encomienda a Dios, y su sueño se halla expresado
también en otro salmo: “Habitar en la casa del Señor por años sin término” (cf. Sal
22, 6). Allí podrá “gozar de la dulzura del Señor" (Sal 26, 4), contemplar y admirar
el misterio divino, participar en la liturgia del sacrificio y elevar su alabanza al Dios
liberador (cf. v. 6). El Señor crea en torno a sus fieles un horizonte de paz, que
deja fuera el estrépito del mal. La comunión con Dios es manantial de serenidad, de
alegría, de tranquilidad; es como entrar en un oasis de luz y amor.
“El Seor es mi luz y mi salvacin” (Sal 26, 1), es también un llamado a cada
uno de nosotros a ser “luz del mundo” (Mt 5,14). La luz tiene como característica
disipar las tinieblas, calentar lo que toca y exaltar sus formas. Así pues, para los
cristianos, ser luz del mundo quiere decir difundir por doquier la luz que viene de lo
alto. Quiere decir combatir la oscuridad, tanto la que se debe a la resistencia del
mal y del pecado, como la causada por la ignorancia y los prejuicios.
Que Cristo, que nos da la salvación, dé a la vida de cada uno de vosotros
sabor y esplendor, para que nuestro testimonio sea pleno, y nuestra fe plegaria
efectiva: El Señor es mi luz y mi salvación.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)