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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXIV Semana del Tiempo Ordinario
Lunes
Salmo 27
Salva, señor, a tu pueblo. Lo esencial en toda la misión de Cristo es la obra
de la salvación, que está indicada “en el mismo nombre de Jesús” (Yeshûa: Dios
salva), que se le puso en la anunciación del nacimiento del Hijo de Dios, cuando el
Ángel dijo a José: “(María) dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús,
porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1, 21).
Salvar, quiere decir, liberar del mal. Jesucristo es el Salvador del mundo
porque ha venido a liberar al hombre de ese mal fundamental, que ha invadido la
intimidad del hombre a lo largo de toda su historia, después de la primera ruptura
de la alianza con el Creador. El mal del pecado es precisamente este mal
fundamental que aleja de la humanidad la realización del reino de Dios.
Jesús de Nazaret, que desde el principio de su misión anuncia la “cercanía del
reino de Dios”, viene como Salvador. Él no sólo anuncia el reino de Dios, sino que
elimina el obstáculo esencial a su realización, que es el pecado enraizado en el
hombre según la herencia original, y que fomenta en él los pecados personales.
Jesucristo es el Salvador en este sentido fundamental de la palabra: llega a la raíz
del mal que hay en el hombre, la raíz que consiste en volver las espaldas a Dios,
aceptando el dominio del “padre de la mentira” (Jn 8, 44) que, como “príncipe de
las tinieblas” (cf. Col 1, 13) se ha hecho, por medio del pecado (y siempre se hace
de nuevo), el “príncipe de este mundo” (Jn 12, 31; 14, 30; 16, 11).
La obra de la salvación -es decir, la liberación de los pecados- se llevó a cabo
a costa de la pasión y de la muerte de Cristo . El Salvador es al mismo tiempo el
Redentor del hombre ( Redemptor hominis ). Realizó la salvación a costa del
sacrificio salvífico de Sí mismo.
Señor, Dios nuestro, salva a tu pueblo y bendice a tu heredad; guarda en paz
a toda tu Iglesia: santifica a los que aman tu morada. Tú, en cambio, glorifícalos
con tu potencia y no nos abandones a los que esperamos en Ti.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)