1
Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXIV Semana del Tiempo Ordinario
Miercoles
Salmo 110
Alabemos a Dios de todo corazón ; es decir, darse a Dios, con todo el corazón
y darle todo lo somos y tenemos. Es como una restitución, porque todo tiene en Él
su principio y su fuente, por esto, no podemos ser poquiteros con Dios, a Él toda la
alabanza, honor y gloria.
Sí, es un deber nuestro, además de una necesidad del corazón, alabar y dar
gracias a Aquel que, siendo eterno, nos acompaña en el tiempo sin abandonarnos
nunca y que siempre vela por la humanidad con la fidelidad de su amor
misericordioso.
El cristianismo es la religión del amor, del amor sin límites, del amor hasta el
extremo: Dios manda al hombre amar: Amarás a Dios con todo tu corazón, con
toda tu alma, con todo tu ser; por tanto, no podemos alabar a Dios de cualquier
manera, sino de todo corazón .
Alabemos a Dios de todo corazón . Por nosotros mismos no podemos alabar
como dios debe ser alabado y amado, pero Dios nos da la capacidad de alabar y
amar, haciéndonos parecidos a Él. Nosotros estamos hechos para alabar y mar a
Dios, no se puede vivir sin amor, y el que ama canta a Dios con todo su corazón,
cumpliendo en todo su santa voluntad. Nuestra vida estaría privada de sentido si no
se nos revelara el amor, si no nos encontramos con el amor, si no lo
experimentamos y lo hacemos propio, si no participa en él vivamente» (Juan Pablo
II, encíclica Redemptoris hominis ).
Así, nuestra Eucaristía se convierte en un verdadero encuentro de amor con
Aquel que se nos ha dado enteramente. Dios invita a alabarlo de todo corazón en el
banquete de bodas del Cordero (cf. Ap 19, 9). El Magnificat de María nos enseña
cómo tenemos que amar y alabar a Dios...
Alabar es como respirar, hablar o amar, Tan importante y sin par, Tan
necesaria como el dar o el perdonar. Alabar a Dios demuestra tu amor. Alabemos a
Dios de todo corazón.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)