1
Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXIV Semana del Tiempo Ordinario
Viernes
Salmo 48
Dichosos los pobres de espíritu , porque de ellos es el Reino de los cielos.
Pobres en el espíritu son, como observa Sto. Tomás, citando a San Agustín, no
solamente los que no se apegan a las riquezas (aunque sean materialmente ricos),
sino principalmente los humildes y pequeños que no confían en sus propias fuerzas
y que están, como dice S. Crisóstomo, en actitud de un mendigo que
constantemente implora de Dios la limosna de la gracia. En este sentido dice el
Magnificat: “A los hambrientos llenó de bienes y a los ricos dejó vacíos” (Lc. 1, 53).
„Bienaventurados los pobres en el espíritu‟ (Mt 5, 3). Las bienaventuranzas
revelan un orden de felicidad y de gracia, de belleza y de paz. Jesús celebra la
alegría de los pobres, a quienes pertenece ya el Reino (Lc 6, 20)
El Verbo llama „pobreza en el Espíritu‟ a la humildad voluntaria de un
espíritu humano y su renuncia; el apóstol nos da como ejemplo la pobreza de Dios
cuando dice: „Se hizo pobre por nosotros‟ (2 Co 8, 9) (S. Gregorio de Nisa, beat, 1).
El Señor se lamenta de los ricos porque encuentran su consuelo en la
abundancia de bienes (cf Lc 6, 24). „El orgulloso busca el poder terreno, mientras el
pobre en espíritu busca el Reino de los cielos‟ (S. Agustín, serm. Dom. 1, 3). El
abandono en la providencia del Padre del cielo libera de la inquietud por el mañana
(cf Mt 6, 25-34). La confianza en Dios dispone a la bienaventuranza de los pobres:
ellos verán a Dios.
¡Que Cristo suscite en nosotros la pobreza de María! Entonces el poder de su
Espíritu dará curso libre a las "grandes cosas" de la Redención. Entonces seremos
dichosos, porque nuestro es el Reino de los cielos (cf. Mt 5, 3).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)