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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXV Semana del Tiempo Ordinario
Martes
Salmo 121
Vayamos con alegría al encuentro del Señor . Dicho de otro modo: vayamos
jubilosos hacia el Padre, por el camino que es nuestro Señor Jesucristo, el cual vive
y reina con él en la unidad del Espíritu Santo. La Trinidad santísima viene a nuestro
encuentro, no sólo nos habla en sí mismo, como misterio inefable de vida y
santidad, sino también de Dios que viene a nuestro encuentro.
Nosotros podemos encontrar a Dios, porque él ha venido a nuestro
encuentro. Lo ha hecho, como el padre de la parábola del hijo pródigo (cf. Lc 15,
11-32), porque es rico en misericordia, y quiere salir a nuestro encuentro sin
importarle de qué parte venimos o a dónde lleva nuestro camino. Dios viene a
nuestro encuentro, tanto si lo hemos buscado como si lo hemos ignorado, e incluso
si lo hemos evitado. Él sale el primero a nuestro encuentro, con los brazos abiertos,
como un padre amoroso y misericordioso.
Si Dios se pone en movimiento para salir a nuestro encuentro, ¿podremos
nosotros volverle la espalda? Pero no podemos ir solos al encuentro con el Padre.
Debemos ir en compañía de cuantos forman parte de ‘la familia de Dios’.
Todos los días de nuestra vida vayamos al encuentro del Rey Salvador que
viene a nuestro encuentro: adorémoslo: pongámonos ante Él como el enfermo ante
el médico, como el pobre ante el que posee la plenitud de los bienes, como el
pecador ante la fuente de la santidad y de la Justicia.
Vayamos con alegría al encuentro del Señor . Todos los bautizados debemos
estar empeñados en suscitar en nosotros y en los demás un encuentro profundo
con Jesucristo, Palabra eterna del Padre, a fin de lograr una fuerte experiencia de
Dios y una auténtica conversión. Este encuentro con la Palabra reclama una
escucha atenta con el corazón.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)