1
Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXV Semana del Tiempo Ordinario
Viernes
Salmo 42
Envíame, Señor, tu luz y tu verdad . Jesucristo ha tomado verdaderamente la
luz del cielo y la ha traído a la tierra: la luz de la verdad y el fuego del amor que
transforma el ser del hombre. Él ha traído la luz, y ahora sabemos quién es Dios y
cómo es Dios. Así también sabemos cómo están las cosas con respecto al hombre;
qué somos y para qué existimos.
Ser bautizados significa que el fuego de esta luz ha penetrado hasta lo más
íntimo de nosotros mismos. Por esto, en la Iglesia antigua, al bautismo se le
llamaba también el sacramento de la iluminación: la luz de Dios entra en nosotros;
así nos convertimos nosotros mismos en hijos de la luz. No queremos dejar que se
apague esta luz de la verdad que nos indica el camino. Queremos protegerla frente
a todas las fuerzas que pretenden extinguirla para arrojarnos en la oscuridad sobre
Dios y sobre nosotros mismos. La oscuridad, de vez en cuando, puede parecer
cómoda. Puedo esconderme y pasar mi vida durmiendo. Pero nosotros no hemos
sido llamados a las tinieblas, sino a la luz.
En Jesucristo, en su encarnación, en su cruz y resurrección, se ha
manifestado el Rostro de Dios; que en él Dios está presente entre nosotros, nos
une y nos conduce hacia nuestra meta, hacia el Amor eterno. Sí, creo que el
Espíritu Santo nos da la Palabra de verdad e ilumina nuestro corazón. Creo que en
la comunión de la Iglesia nos convertimos todos en un solo Cuerpo con el Señor y
así caminamos hacia la resurrección y la vida eterna. El Señor nos ha dado la luz de
la verdad. Al mismo tiempo esta luz es también fuego, fuerza de Dios, una fuerza
que no destruye, sino que quiere transformar nuestro corazón, para que seamos
realmente hombres de Dios y para que su paz actúe en este mundo.
Siempre debemos apartarnos de los caminos equivocados, en los que tan a
menudo nos movemos con nuestro pensamiento y nuestras obras. Siempre
tenemos que dirigirnos al que es la luz, el camino, la verdad y la vida. Siempre
hemos de ser ‘convertidos’, dirigir toda la vida a Dios. Y siempre tenemos que dejar
que nuestro corazón sea sustraído de la fuerza de gravedad, que lo atrae hacia
abajo, y levantarlo interiormente hacia lo alto: hacia la verdad y el amor.
Señor, haz que nos convirtamos en personas pascuales, hombres y mujeres
de la luz, llenos del fuego de tu amor. Amén
Padre Félix Castro Morales
2
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)