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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXV Semana del Tiempo Ordinario
Sábado
Salmo 31
El Señor será nuestro pastor . La Eucaristía es siempre nuestro pastor, que
está oculto a nuestros ojos y, en ocasiones, olvidado aun por aquellos que, sin
embargo, creen en su presencia real. Es siempre la fuente del agua viva, de donde
brotan tesoros de gracia, accesibles a todos; la fuente donde cada uno puede lograr
la fuerza para remontar las dificultades cotidianas, el valor de profesar firmemente
su fe, la generosidad en la práctica del amor y del servicio a los hermanos.
Allí, por el contrario, donde los hombres se alejan de Cristo, cuando el fervor
eucarístico se atenúa o se apaga, es muy difícil que los hombres se comprendan, el
amor se enfría, el pecado invade los espíritus y los corazones, y caminan como
ovejas sin pastor.
Nosotros, por nuestra parte, recordemos, que El Señor será nuestro pastor .
Sí, “El Señor es mi pastor, nada me falta. Me pone en verdes pastos y me lleva a
frescas aguas. Recrea mi alma y me guía por las rectas sendas, por el amor de su
nombre”. En otro lugar Dios dice a través del profeta: “Como un pastor vela por su
rebaño (...), así velaré yo por mis ovejas. Las reuniré de todos los lugares donde se
habían dispersado en día de nubes y brumas” (Ez 34, 12).
Cristo es el buen pastor que, muriendo en la cruz, da la vida por sus ovejas. Se
estable así una profunda comunión entre el buen Pastor y su grey. Jesús, escribe el
evangelista, “a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. (...) Y las ovejas
le siguen, porque conocen su voz” (Jn 10, 3-4). Una costumbre consolidada, un
conocimiento real y una pertenencia recíproca unen al pastor y sus ovejas: él las
cuida, y ellas confían en él y lo siguen fielmente. Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)