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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXVII Semana del Tiempo Ordinario
Lunes
Jonás 2
En el peligro grité al Señor y me atendió . El Cristo de nuestra fe, es un Cristo
vivo, concreto: es el Cristo, que dice san Pablo: “… me amó y se entregó a sí
mismo por mí” (Ga 2, 20). Esta persona que me ama, con la que puedo hablar, que
me escucha y me responde, este es realmente el principio para entender el mundo
y para encontrar el camino en la vida diaria.
Necesitamos multiplicar los momentos de oración personal en todas sus
dimensiones: como escucha silenciosa de Dios, como escucha que penetra en su
Palabra, que penetra en su silencio, que sondea su acción en la historia y en mi
persona; comprender también su lenguaje en mi vida y luego aprender a responder
orando con las grandes plegarias de los Salmos del Antiguo y del Nuevo
Testamento.
En el peligro grité al Señor y me atendió . Esta respuesta al salmo la vamos
haciendo nuestra en el diario estar con Dios y, por tanto, la experiencia de la
presencia de Dios es lo que nos permite experimentar continuamente, por decirlo
así, la grandeza del cristianismo, y luego nos ayuda también a atravesar todos los
pequeños detalles en los cuales, ciertamente, debemos vivirlo y realizarlo día a día,
sufriendo y amando, en la alegría y en la tristeza.
La liturgia también precisamente como escuela de oración, en la que el Señor
mismo nos enseña a orar, en la que oramos con la Iglesia, tanto en la celebración
sencilla y humilde con unos cuantos fieles, como también en la fiesta de la fe. Qué
importante es para todos, por una parte, el silencio en el contacto con Dios y, por
otra, la fiesta de la fe; cuán importante es poder vivir la fiesta.
Nosotros podemos entrar en contacto con el Señor del mundo; él nos
escucha y nosotros podemos escucharlo a él. Lo realmente grande en el
cristianismo es este poder entrar en contacto con Dios, lo cual no dispensa de las
cosas pequeñas y diarias, pero tampoco debe quedar ocultado por ellas.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)