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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXV Semana del Tiempo Ordinario
Jueves
Salmo 149
El Señor es amigo de su pueblo . En el libro del Deuteronomio encontramos la
repeticin y la confirmacin de lo que Dios proclama en el Éxodo. “Tú (Israel,
Iglesia de Jesucristo) eres un pueblo consagrado a Yahvé; él te ha elegido a ti para
que seas el pueblo de su propiedad personal entre todos los pueblos que hay sobre
la faz de la tierra” (Dt 7, 6); por tanto, El Señor es amigo de su pueblo.
Esta elección por parte de Dios brota total y exclusivamente de su amor: un
amor del todo gratuito. Leemos: “No porque sean el más numeroso de todos los
pueblos se ha prendado Dios de ustedes y los ha elegido, pues son el menos
numeroso de todos los pueblos; sino por el amor que les tiene y por guardar el
juramento hecho a sus padres, por eso los ha sacado Yahvéh con mano fuerte y los
ha librado de la casa de servidumbre” (Dt 7, 7-8).
Dios actúa por amor gratuito. Este amor vincula a Israel con Dios-Señor de
modo especial y excepcional. Por él Israel se ha convertido en propiedad de Dios.
Pero este amor exige la reciprocidad y, por tanto, una respuesta de amor por parte
de Israel: “Amarás a Yahvé tu Dios” (Dt 6, 5).
Así, en la Alianza nace un nuevo pueblo, que es el Pueblo de Dios. Ser
“propiedad” de Dios-Seor quiere decir estar “consagrado” a Él, ser un “pueblo
santo”. Como pueblo “consagrado” a Dios, Israel está llamado a ser un “pueblo de
sacerdotes”: “Ustedes serán llamados „sacerdotes de Yahvé‟, „ministros de nuestro
Dios se les llamará‟ ” (Is 61, 6).
Lo mismo hay que decir de la consagración que, en virtud del Espíritu Santo ,
hace que los bautizados se conviertan en “un reino de sacerdotes para su Dios y
Padre” (cf. Ap 1, 6). Los bautizados, en efecto, son consagrados por la regeneración
y la unción del Espíritu Santo como casa espiritual y sacerdocio santo para que, por
medio de toda obra del hombre cristiano, ofrezcan a sacrificios espirituales y
anuncien el poder de Aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz (cf. 1 P
2, 4-10)” (n. 10).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)