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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXVII Semana del Tiempo Ordinario
Sábado
Salmo 96
Alegrémonos todos con el Señor . La alegría que Jesús nos ofrece es,
ciertamente, profunda, inmensa, una alegría que nada ni nadie puede ofrecernos.
Pero esa alegría no es algo fácil. Aun más, podríamos decir que la alegría, que nos
ofrece Jesús es un combate: el combate de la luz contra las tinieblas, de la libertad
contra la opresión, del amor contra el odio. Pero solamente con Jesús y con lo que
nos ofrece Jesús podemos vivir en la alegría de los hijos de Dios.
Nuestro ejemplo y modelo de esta alegría con Jesús es la Virgen María: Ella,
humilde y silenciosa, vivió aquí abajo cumpliendo constantemente la voluntad de
Dios y ahora es glorificada por Dios entre los Ángeles y los Santos; ella es Aquella
‘esclava del Seor’ que supo decir ‘sí’ en todos los momentos de su peregrinacin
terrena y que ahora, ‘la más humilde y enaltecida de todas las creaturas’, nos
indica a todos el camino del cielo.
La Palabra es carne. Se entrega a nosotros bajo las apariencias del pan, y así
se convierte verdaderamente en el Pan del que vivimos. Los hombres vivimos de la
Verdad. Esta Verdad es Persona: nos habla y le hablamos.
El templo es el lugar del encuentro con el Hijo del Dios vivo, y así es el lugar
de encuentro entre nosotros. Esta es la alegría que Dios nos da: que él se ha hecho
uno de nosotros, que nosotros podemos casi tocarlo y que él vive con nosotros.
Realmente, la alegría de Dios es nuestra fuerza.
De la Palabra de Dios aprendemos a vivir la alegría del Señor, que es nuestra
fuerza. Pidamos al Señor que nos haga sentirnos felices con su palabra; que nos
haga sentirnos felices con la fe, para que esta alegría nos renueve a nosotros
mismos y al mundo.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)