1
Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXVIII Semana del Tiempo Ordinario
Lunes
Salmo 97
Cantemos al Señor un canto nuevo . Sobre la respuesta al salmo, san Agustín
comenta en el sermn 34: “Un cántico es expresin de alegría y, considerándolo
con más atención, es una expresión de amor. Por esto, el que es capaz de amar la
vida nueva es capaz de cantar el cántico nuevo. Debemos, pues, conocer en qué
consiste esta vida nueva, para que podamos cantar el cántico nuevo. Todo, en
efecto, está relacionado con el único reino, el hombre nuevo, el cántico nuevo, el
Testamento nuevo. Por ello el hombre nuevo debe cantar el cántico nuevo porque
pertenece al Testamento nuevo (dice san Agustín).
Nadie hay que no ame, pero lo que interesa es cuál sea el objeto de su amor.
No se nos dice que no amemos, sino que elijamos a quien amar. Pero, ¿cómo
podremos elegir, si antes no somos nosotros elegidos? Porque, para amar, primero
tenemos que ser amados. Oigan lo que dice el apóstol Juan: El nos amó primero. Si
buscamos de dónde le viene al hombre el poder amar a Dios, la única razón que
encontramos es porque Dios lo amó primero. Se dio a sí mismo como objeto de
nuestro amor y nos dio el poder amarlo. El apóstol Pablo nos enseña de manera
aún más clara cómo Dios nos ha dado el poder amarlo: El amor de Dios dice ha
sido derramado en nuestros corazones. ¿Por quién ha sido derramado? ¿Por
nosotros, quizá? No, ciertamente. ¿Por quién, pues? Por el Espíritu Santo que se
nos ha dado.
Teniendo, pues, tan gran motivo de confianza, amemos a Dios con el amor
que de él procede. Oíd con qué claridad expresa San Juan esta idea: Dios es amor y
quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él. Sería poco decir: El
amor es de Dios. Y ¿quién de nosotros se atrevería a decir lo que el evangelista
afirma: Dios es amor? Él lo afirma porque sabe lo que posee.
Dios se nos ofrece en posesión. Él mismo clama hacia nosotros: «Amadme y
me poseeréis, porque no podéis amarme si no me poseéis.»
¡Oh, hermanos! ¡Oh, hijos de Dios! Germen de universalidad, semilla celestial
y sagrada, que han nacido en Cristo a una vida nueva, a una vida que viene de lo
alto, escúchenme, mejor aún, cantad al Seor, junto conmigo, un cántico nuevo…
Canten con la voz y con el corazón, con la boca y con su conducta: Canten al
Seor un cántico nuevo… Resuene su alabanza en la asamblea de los fieles… Vivan
2
de acuerdo con lo que pronuncian sus labios. Ustedes mismos serán la mejor
alabanza que puedan tributarle, si es buena su conducta”.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)