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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXVIII Semana del Tiempo Ordinario
Viernes
Salmo 31
(Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica 1425-32)
Perdona, Señor, nuestros pecados . “Si confesamos nuestros pecados, fiel y
justo es Él para perdonarnos”. (1Jn 1, 9). Este es el requisito para ser perdonados:
reconocer humilde y sinceramente nuestros pecados ante Dios, pues dice el mismo
san Juan: “Si decimos: „no tenemos pecado‟, nos engaamos y la verdad no está en
nosotros” (1 Jn 1,8); por esto, el Seor mismo nos ense a decir: “Perdona
nuestras ofensas” (Lc 11,4) uniendo el perdn mutuo de nuestras ofensas al perdn
que Dios concederá a nuestros pecados.
Jesús nos llama a la conversión. Esta llamada es una parte esencial del
anuncio del Reino: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca;
conviértanse y crean en la Buena Nueva” (Mc 1,15). La llamada de Cristo a la
conversión sigue resonando en nuestra vida. Esta conversión es una tarea
ininterrumpida para toda la Iglesia que “recibe en su propio seno a los pecadores” y
que siendo “santa al mismo tiempo que necesitada de purificacin constante, busca
sin cesar la penitencia y la renovación” (LG 8).
La conversión es primeramente una obra de la gracia de Dios que hace
volver a él nuestros corazones: “Conviértenos, Señor, y nos convertiremos” (Lc
5,21). Dios es quien nos da la fuerza para comenzar de nuevo. Al descubrir la
grandeza del amor de Dios, nuestro corazón se estremece ante el horror y el peso
del pecado y comienza a temer ofender a Dios por el pecado y verse separado de
él. El corazón humano se convierte mirando al que nuestros pecados traspasaron
(cf Jn 19,37; Za 12,10).
Tengamos los ojos fijos en la sangre de Cristo y comprendamos cuán
preciosa es a su Padre, porque, habiendo sido derramada para nuestra salvación,
ha conseguido para el mundo entero la gracia del arrepentimiento (S. Clemente
Romano Cor 7,4).
Señor Jesús, tú que sanabas a los enfermos y abrías los ojos a los ciegos, tú
que perdonaste a la mujer pecadora y confirmaste a Pedro en tu amor, perdona
nuestros pecados y danos un corazón nuevo para poder vivir en comunión perfecta
Padre Félix Castro Morales
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Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)