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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXIX Semana del Tiempo Ordinario
Lunes
Salmo Lc 1
Bendito sea el Señor, Dios de Israel . En el nacimiento del Hijo de Dios del
seno virginal de María los cristianos reconocen la infinita condescendencia del
Altísimo hacia el hombre y hacia la creación entera. Con la Encarnación, Dios viene
a visitar a su pueblo: “Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y
redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David,
su siervo” (Lc 1, 68-69). Y la visita de Dios siempre es eficaz: libera de la aflicción y
da esperanza, trae salvación y alegría.
Con la venida de Jesús, Dios le ha dado una gran visita a su pueblo, esta
visita nos ha traído liberación. Así, con esta visita se cumple la promesa hecha por
Dios a Abraham y su “alianza” (Gen 12:3).
San Pablo nos habla de las riquezas que Dios nos ha otorgado en su Hijo
Jesús, cuando dice: “Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en
Cristo nos bendijo con toda bendición espiritual en los cielos; por cuanto que en Él
nos eligió antes de la constitución del mundo para que fuésemos santos e
inmaculados ante Él, y nos predestinó en caridad a la adopción de hijos suyos por
Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su
gracia. Por esto nos hizo gratos en su amado” (Ef 1, 3-6).
El Apóstol eleva un himno de alabanza a Dios uno y trino por su maravilloso
plan de salvación, que abraza la historia y el cosmos y tiene su centro en Cristo.
Dios nos ha elegido y bendecido en Cristo. Él nos conoce y ama a cada uno desde la
eternidad. Y ¿para qué nos ha elegido y bendecido? Para ser santos e inmaculados
en su presencia, en el amor. Y eso no es una tarea imposible de cumplir, ya que
Dios nos ha concedido, en Cristo, su realización. Hemos sido redimidos. En virtud
de nuestra comunión con Cristo resucitado, Dios nos ha bendecido con toda clase
de bendiciones espirituales.
Abramos nuestro corazón; acojamos esa herencia tan valiosa. Entonces
podremos entonar, juntamente con Zacarías e Isabel, y María, el himno de
alabanza de su gracia. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y
redimido a su pueblo.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)