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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXIX Semana del Tiempo Ordinario
Martes
Salmo 39
Concédenos, Señor, hacer tu voluntad . Dicho, lo que hemos respondido al
salmo, en otras palabras: “Cúmplase tu voluntad en la tierra como en el cielo”, es
decir, que nosotros podamos hacer lo que Dios quiere. , es decir, que esto se lo
pedimos a Dios porque a nosotros se nos opone el diablo para que no esté
totalmente sumisa a Dios nuestra mente y nuestra vida, le pedimos y rogamos que
se cumpla en nosotros su santa voluntad de Dios: y para que se cumpla en
nosotros, necesitamos de esa misma voluntad, es decir, de su ayuda y protección,
porque nadie es fuerte por sus propias fuerzas, sino por la bondad y misericordia de
Dios.
Por consiguiente, si el Hijo hizo en todo la voluntad del Padre, cuánto más
debemos obedecerle nosotros para cumplir la voluntad de nuestro señor, como
exhorta y enseña en una de sus cartas san Juan a cumplir la voluntad de Dios,
diciendo: No amen al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo,
no está en él amor del Padre, porque todo lo que hay en éste es concupiscencia de
la carne, y concupiscencia de los ojos, y ambición de la vida, que no viene del
Padre, sino de la concupiscencia del mundo; y el mundo pasará y su
concupiscencia, mas el que cumpliere la voluntad de Dios permanecerá para
siempre, como Dios permanece eternamente (1 lo 2,15-17).
La voluntad de Dios es la que Cristo enseñó y cumplió: humildad en la
conducta, firmeza en la fe, reserva en las palabras, rectitud en los hechos,
misericordia en las obras, orden en las costumbres, no hacer ofensa a nadie y saber
tolerar las que se le hacen, guardar paz con los hermanos, amar a Dios de todo
corazón, amarle porque es Padre, temerle porque es Dios; no anteponer nada a
Cristo, porque tampoco él antepuso nada a nosotros; unirse inseparablemente a su
amor, abrazarse a su cruz con fortaleza y confianza; si se ventila su nombre y
honor, mostrar en las palabras la firmeza con la que le confesamos; en los
tormentos, la confianza con que luchamos; en la muerte, la paciencia por la que
somos coronados. Esto es querer ser coherederos de Cristo, esto es cumplir el
precepto de Dios, esto es cumplir la voluntad del Padre. Esto es cantar:
Concédenos, Señor, hacer tu voluntad (Cfr. san Cipriano de Cartago, Tratado sobre
el ‘Padre Nuestro’, 14 – 17).
Padre Félix Castro Morales
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Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)