1
Santos Simón y Judas
Hoy contemplamos a dos de los doce Apóstoles: Simón el Cananeo y Judas
Tadeo (a quien no hay que confundir con Judas Iscariote).
Santa Brígida cuenta en sus Revelaciones que Nuestro Señor le recomendó
que cuando deseara conseguir ciertos favores los pidiera por medio de San Judas
Tadeo.
A San Simón y San Judas Tadeo se les celebra la fiesta en un mismo día
porque según una antigua tradición los dos iban siempre juntos predicando la
Palabra de Dios por todas partes. Ambos fueron llamados por Jesús para formar
parte del grupo de sus 12 preferidos o apóstoles. Ambos recibieron el Espíritu Santo
en forma de lenguas de fuego el día de Pentecostés y presenciaron los milagros de
Jesús en Galilea y Judea y oyeron sus famosos sermones muchas veces; lo vieron
ya resucitado y hablaron con él después de su santa muerte y resurrección y
presenciaron su gloriosa ascensión al cielo.
San Judas Tadeo escribió una Carta que está en la S. Biblia. Esta carta tiene
como preocupación central alertar a los cristianos ante todos los que toman como
excusa la gracia de Dios para disculpar sus costumbres depravadas y para desviar a
otros hermanos con enseñanzas inaceptables, introduciendo divisiones dentro de la
Iglesia ‘alucinados en sus delirios’ (v. 8), así define Judas esas doctrinas e ideas
particulares. Los compara incluso con los ángeles caídos y, utilizando palabras
fuertes, dice que ‘se han ido por el camino de Caín’ (v. 11). Además, sin reticencias
los tacha de ‘nubes sin agua zarandeadas por el viento, árboles de otoño sin frutos,
dos veces muertos, arrancados de raíz; son olas salvajes del mar, que echan la
espuma de su propia vergüenza, estrellas errantes a quienes está reservada la
oscuridad de las tinieblas para siempre’ (vv. 12-13).
En medio de todas las tentaciones, con todas las corrientes de la vida
moderna, debemos conservar la identidad de nuestra fe. Además, es preciso tener
muy presente que nuestra identidad exige fuerza, claridad y valentía ante las
contradicciones del mundo en que vivimos. Por eso, el texto de la carta prosigue
así: “Pero ustedes, queridos -nos habla a todos nosotros-, edificándose sobre su
santísima fe y orando en el Espíritu Santo, manténganse en la caridad de Dios,
aguardando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.
Que los apóstoles Simón el Cananeo y Judas Tadeo nos ayuden a vivir en
profunda comunión con Jesús y entre nosotros, y a redescubrir la belleza de la fe
cristiana, sabiendo dar testimonio fuerte y sereno de ella.
Padre Félix Castro Morales
2
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)