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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXXI Semana del Tiempo Ordinario
Miércoles
Salmo 111
Dichosos los que temen al Señor . La Sagrada Escritura afirma que “Principio
del saber, es el temor de Dios” (Sal 110/111, 10; Prov. 1, 7). Pero de qué temor
se trata? No ciertamente de ese „miedo de Dios‟ que impulsa a evitar pensar o
recordarse de Él, como de algo o de alguno que turba e inquieta. Este fue el estado
de ánimo que, según la Biblia, impulsó a nuestros progenitores, después del
pecado, a”ocultarse de la vista de Dios por entre los árboles del jardín” (Gn 3, 8);
éste fue también el sentimiento del siervo infiel y malvado de la parábola
evangélica, que escondió bajo tierra el talento recibido (cf. Mt 25, 18. 26).
En efecto, en el lenguaje bíblico este „temor‟ de Dios no es miedo, no
coincide con el miedo; el temor de Dios es algo muy diferente: es el reconocimiento
del misterio de la trascendencia divina. Por eso, está en la base de la fe y enlaza
con el amor. Dice la sagrada Escritura en el Deuteronomio: “El Seor, tu Dios, te
pide que lo temas, que lo ames con todo tu corazn y con toda tu alma” (cf. Dt 10,
12). Y san Hilario, obispo del siglo IV, dijo: “Todo nuestro temor está en el amor”.
Gracias al temor del Señor no se tiene miedo al mal que abunda en la
historia, y se reanuda con entusiasmo el camino de la vida. Precisamente gracias al
temor de Dios no tenemos miedo del mundo y de todos estos problemas; no
tememos a los hombres, porque Dios es más fuerte.
El Papa Juan XXIII dijo en cierta ocasión: “Quien cree no tiembla, porque, al
tener temor de Dios, que es bueno, no debe tener miedo del mundo y del futuro”. Y
el profeta Isaías dice: “Fortalezcan las manos débiles, afiancen las rodillas
vacilantes. Digan a los de corazón intranquilo: Ánimo, no temáis!” (Is 35, 3-4).
Dichosos los que temen al Señor.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)