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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXXI Semana del Tiempo Ordinario
Sábado
Salmo 144
Dichosos los que aman al Señor . Todos caminamos hacia una única meta de
fe y de verdad: ser dichosos en el amor a Dios. El amor, su bondad hacia los
hombres y su omnipotencia llegan hasta conceder a los que lo aman el privilegio de
verlo a Él cara a cara como él nos ve... „…lo que es imposible para los hombres es
posible para Dios‟. (S. Ireneo, haer. 4, 20, 5).
Dios le ha infundido al hombre, creado a su imagen, la capacidad de amar y,
por tanto, la capacidad de amarlo también a él, su Creador. Esta es la razón que
hace los hombres ser: amar al Señor.
Con esta respuesta dada al salmo: Dichosos los que aman al Señor ,
siguiendo al profeta Isaías, Dios nos habla al corazón de cada uno de nosotros. “Te
he creado a mi imagen y semejanza”, nos dice. “Yo mismo soy el amor, y tú eres
mi imagen en la medida en que brilla en ti el esplendor del amor, en la medida en
que me respondes con amor”.
Dios nos espera. Quiere que lo amemos: ¿no debe tocar nuestro corazón esta
invitación? Precisamente en esta hora, en la que celebramos la Eucaristía, él viene
a nuestro encuentro, viene a mi encuentro. ¿Hallará una respuesta? ¿O nos sucede
lo que a la viña de la que habla Isaías: Dios “esperaba que diera uvas, pero dio
agrazones”? ¿Nuestra vida cristiana no es a menudo mucho más vinagre que vino?
¿Auto-compasión, conflicto, indiferencia?
Dios no fracasa. Al final, él vence, vence el amor. El amor del Señor no tiene
límites, pero el hombre puede ponerle un límite.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)