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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXXII Semana del Tiempo Ordinario
Sábado
Salmo 104
Recordemos los prodigios del Señor . Si ayer proclamábamos la gloria de
Dios, ahora la respuesta al salmo nos invita recordar los prodigios del Señor en
favor de los hijos de los hombres. (Cfr. Sal 106, 8. 15. 21. 31); es decir, nuestro
pensamiento pasa a poner el acento en las “grandes hazañas” realizadas por Dios a
favor del hombre, las cuales manifiestan “su inmensa grandeza”.
Brevemente recordemos los prodigios realizados por dios en la “la alianza
que pactó con Abraham" (v. 9), la historia extraordinaria de José, los prodigios de
la liberación de Egipto y del viaje por el desierto, y, por último, el don de la tierra
prometida. Todos los prodigios de Dios a favor del hombre han acaecidos por el
amor y fidelidad de Dios a la humanidad (Sal 106, 8. 15. 21. 31).
El Rosario recuerda continuamente al pueblo de la Nueva Alianza los
prodigios de misericordia y de poder que Dios ha desplegado en Cristo en favor del
hombre, y lo llama a la fidelidad respecto a sus compromisos bautismales. Nosotros
somos su pueblo, Él es nuestro Dios.
El siervo de Dios Juan Pablo II ( ángelus 9 de octubre de 1983 ) nos dice que
el “recuerdo de los prodigios de Dios y la llamada constante a la fidelidad pasa, en
cierto modo, a través de María, la Virgen fiel. La repetición del Ave nos ayuda a
penetrar, poco a poco, cada vez más hondamente en el profundísimo misterio del
Verbo Encarnado y salvador (cf. LG 65), “a través del corazón de Aquella que
estuvo más cerca del Señor” (Marialis cultus, 47). Porque también María, como Hija
de Sión y heredera de la espiritualidad sapiencial de Israel, cantó los prodigios del
Éxodo; pero, como la primera y más perfecta discípula de Cristo, anticipó y vivió la
Pascua de la Nueva Alianza, guardando y meditando en su corazón cada palabra y
gesto del Hijo, asociándose a Él con fidelidad incondicional, indicando a todos el
camino de la Nueva Alianza: “Hagan lo que Él os diga” (Jn 2, 5).
El rezo del santo rosario nos sumerge en los misterios de Cristo, y nos
propone en el rostro de la Madre a cada uno de nosotros y a toda la Iglesia el
modelo perfecto de cómo se acoge, se guarda y se vive cada palabra y
acontecimiento de Dios, en el camino todavía en marcha de la salvación del mundo.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)