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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXXIII Semana del Tiempo Ordinario
Viernes
Salmo 29
Bendito, seas, Señor, Dios nuestro . Esta respuesta de alabanza, que hemos
hechos a Dios, con nuestra respuesta al salmo, es lo que el sacerdote hace cuando
ofrece el pan y el vino destinados a convertirse en el Cuerpo y la Sangre de
Cristo: “Bendito seas Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del
trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él
será para nosotros pan de vida”.
Y Jesús se solía dirigirse a Dios su Padre así: “Bendito seas, Padre, (...)
porque has revelado los secretos del Reino a la gente sencilla”.
Dios manifiesta su sabiduría y revela sus planes de salvación a la gente
sencilla. ¡Cuántas veces lo experimentamos en nuestro trabajo diario! ¡Cuántas
veces el Señor elige caminos aparentemente ineficaces para realizar sus
providenciales designios de salvación! Por esto y por todo, hemos cantado: Bendito,
seas, Señor, Dios nuestro
¡Bendito seas, Padre, porque revelas a la gente sencilla la sabiduría divina y
misteriosa, que ha permanecido oculta, y has predestinado antes de los siglos para
nuestra gloria! (cf. 1 Co 2, 7).
Ayúdanos a buscar siempre y únicamente tu sabia voluntad. Haz que seamos
instrumentos de tu amor, para que caminemos sin cesar en tu ley. Abre nuestros
ojos, para que descubramos las maravillas de esta ley; danos inteligencia para que
la observemos y cumplamos con todo nuestro corazón. Bendito, seas, Señor, Dios
nuestro.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)