I domingo de Cuaresma, Ciclo C

 

DISPOSICIÓN Y ADORACIÓN

 

Padre Pedrojosé Ynaraja

 

1.- El texto del Deuteronomio que se nos ofrece como primera lectura de la misa de este domingo, es precioso. Deberíais imaginarlo con detalle, para después trasladarlo a vuestra realidad de hoy. Es una estampa muy típica, propia de la cultura beduina de nuestros patriarcas. Seguramente ninguno de vosotros, mis queridos jóvenes lectores, dispondrá en su casa de una cesta para ir de un sitio a otro con sus bienes adquiridos en diversas tiendas para presentarlos más tarde en la iglesia. Algo quedaba hasta hace algún tiempo. Me contaba mi madre, que en el pueblo donde nací, Pozaldez, cuando una mujer daba a luz un hijo, permanecía recluida en casa hasta que pasaban las molestias, corporales y síquicas, propias del postparto. Su primera salida era a la parroquia y se presentaba en la iglesia acompañada de la criatura, ofreciendo agradecida al sacerdote un pan.

 

2.- Cuando fui ordenado sacerdote y quise celebrarlo con familiares y amigos, nos reunimos en una ermita solitaria y llegado el momento del ofertorio en la misa, se acercaron a ofrecerme los dones que con ilusión habían preparado. Una paloma, algún objeto piadoso de recuerdo, mantequilla, embutidos, etc. de este acontecimiento se cumplen estos días 63 años y calculamos que acudieron una 500 personas, no os extrañe, pues, que no me acuerde con detalle.

 

3.- Lo hemos continuado posteriormente, principalmente la Noche de Pascua. Presentan los asistentes pan ácimo y vino puro, cirios y aceite, flores, papel apto para impresora, rotuladores, algún mantel para el altar, que han traído de tierras lejanas ¡qué sé yo las cosas que ofrecen al Señor, en la bella liturgia de la Resurrección! Cada uno expresa como imagina mejor su amor, recordando las gracias recibidas. El altar queda rodeado de las ofrendas, que son expresión de su historia agradecida, que cada uno quiere proclamar.

 

4.- Os he puesto estos ejemplos prácticos, que están a vuestro alcance, mis queridos jóvenes lectores, porque, preparados con ilusión y reflexión, pueden ser sincera expresión de una Fe histórica experimentada, ya que demasiadas veces uno se queda con elucubraciones intelectuales, que no suponen manifestación generosa alguna de la virtud que debe mover nuestra vida.

 

5.- Os advierto que soy fiel a lo ofrecido y si algo sobra procuro que llegue a alguna persona necesitada y que a lo que os he explicado hay que añadir que los fieles, principalmente las amas de casa preparan para gozo de todos, tortas, torrijas o galletas. Que en tal noche es preciso compartir para que nuestra asamblea no sea simple reunión de funcionarios.

 

6.- El texto evangélico no por conocido deja de ser enigmático. El escenario es el desierto de Judá, un desierto pequeñito, se extiende de Jericó, población próxima a donde el Maestro fue bautizado, a 400m bajo el nivel del Mediterráneo, hasta Jerusalén por encima de los 500. En línea recta separarán ambas poblaciones unos 30km. Está rota su monotonía por el antiguo camino que lo atraviesa de este a oeste y que hoy ya es una cómoda autovía. Pese a ello, aun puede uno salir y adentrarse por entre los wadis y quedarse solo, sin otro paisaje que la ondulante arena. A poco rato que uno esté parado allí, se le queda grabada para siempre, en su cerebro, la soledad, el silencio y la austeridad de quien, como Jesús, nada se llevó, ni siquiera alimento. Estampado también permanece también el asombro que la experiencia le ha causado. En tales circunstancias es fácil la meditación, la invocación, el gozo contemplativo.

 

5.- Ahora bien, el retiro del Señor llegó un momento que finalizó y apareció ¡vete a saber cómo y de qué manera, el tentador! Estudiar, examinar, discutir sobre estos pormenores, sería escaparse cómodamente. Ocurrió, es suficiente. A nosotros no nos tienta el pan. Tal vez una cola, un licor o cualquier caprichoso manjar, no necesario para nuestra subsistencia, sí. ¡Cuánto gastamos, olvidando que ni es lo que más conviene a nuestra salud y que miles de habitantes que existen simultáneamente con nosotros, carecen de la simple agua! Cuanto tenemos y gastamos, sin que aumente nuestra categoría humana, sin que mejoren nuestros conocimientos, ni nuestro amor. Hay gente tan pobre, tan pobre, que no tiene más que dinero, decía aquel.

 

6.- La ambición. Pretender dominar sobre territorios, no os quitará el sueño. Pero tratáis de aseguraros un porvenir profesional en el que no os falte nada de nada, casa en la ciudad, apartamento o cabaña en el campo. Y que cubra la jubilación para poder gozar de viajes, espectáculos y domicilios, en los que nada ambicionéis. Poseer, usar y tirar, que nada os falte, aunque no podáis vivir felices por empacho de riquezas.

 

7.- La vanidad mueve a conductas extravagantes. Gastar en la celebración de un aniversario que pronto conducirá a la ruina, pero que llama la atención. Satisfacerse porque es el centro de las miradas, causar sensación de elegancia, de derroche, de triunfo. El podio de los que subieron famosos por su temporal éxito fue muchas veces escurridizo camino del olvido, del ser ignorado y no apreciado por nadie. El triunfo está siempre en ser fieles a la Fe.

 

(El tentador marchó vencido, pero no aceptando su fracaso, preparó bien un futuro encuentro, mejor planeado, se encontraran en Getsemaní, mis queridos jóvenes lectores, íroslo pensando)