Miércoles de Ceniza

 

NAVEGAR SIN GPS, PERO MIRANDO A LAS ESTRELLAS

 

Padre Pedrojosé Ynaraja

 

1.- Me explicó alguien hace años, que con un amigo se propusieron cruzar el Atlántico en un barco de vela y lo consiguieron. Alejados de la costa, sin que ningún punto geográfico fuera visible, el viento caprichoso y las corrientes marinas también y por acertado que fuera el dominio de las velas y del timón, cada noche, debían mirar las estrellas y con el astrolabio y el cuadrante, calcular su posición y corregir el rumbo. (No soy nada ducho en estas cuestiones, pero espero no haber errado el vocabulario). Cada noche corrigiendo el derrotero, pudieron llegar a las Antillas.

 

2.- La vida es algo semejante, mis queridos jóvenes lectores. Es preciso examinarse y corregirse, para no equivocar la ruta que nos debe llevar a la felicidad eterna. Y no debe olvidarse hacerlo, pues, en la vida histórica personal, también hay “triángulos de las Bermudas” en los que podamos sucumbir. El evangelio de la misa de este señalado miércoles nos recuerda la exigencia de la humildad, requisito indispensable para el progreso espiritual. Y, en consecuencia, huir de la vanidad. Sin querer corregir al Maestro, donde Él dice que tu mano izquierda no sepa lo que ha dado tu derecha, creo yo que diría hoy, que olvidéis lo que regaláis y a quien lo regaláis. Que seáis generosos por pura gratitud al Señor. Y que os sintáis siempre inclinados a regalar, si queréis ser elegantes a los ojos de Dios. Y que tratando de ser esta Cuaresma austeros, rumbosos, amables… nadie se dé cuenta de que lo hacéis por conservar la amistad con el Señor e imitarle.

 

3.- Los musulmanes, que aceptan riguroso ayuno durante el Ramadán, llegada la puesta del sol, se entregan a gozar en compañía de otros amigos o familiares, de la jornada que aún no ha acabado. Lo he comprobado algunas veces en Jerusalén, cuando he coincidido con este evento. Sorprende la seriedad y hasta cierta indolencia mientras luce el sol, con el bullicio y regocijo, cuando desaparece. Jesús quiere que la alegría nos inunde día y noche. Alegría del rostro o seria felicidad interior. Si obramos así, será Dios quien nos preparará el regalo.

, de triunfo. El podio de los que subieron famosos por su temporal éxito fue muchas veces escurridizo camino del olvido, del ser ignorado y no apreciado por nadie. El triunfo está siempre en ser fieles a la Fe.

 

(El tentador marchó vencido, pero no aceptando su fracaso, preparó bien un futuro encuentro, mejor planeado, se encontraran en Getsemaní, mis queridos jóvenes lectores, íroslo pensando)