LA
REVELACIÓN
Domingo
2º de Cuaresma. C
“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo
invadió a Abrán y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso y
vino la oscuridad”. Ese es el escenario en el que Dios se muestra a Abrán para
concertar con él una alianza (Gén 15,12.17).
El relato subraya la iniciativa de Dios. Dios saca de
su tienda a Abrán, le invita a mirar al cielo, le recuerda el pasado en el que
lo sacó de su tierra de Ur y le promete un futuro en el que le dará en
propiedad la tierra en la que ahora se encuentra.
Si el texto anota la oscuridad en la que se ve
envuelto Abrán, el salmo responsorial canta el misterio de la luz que guía a
los creyentes: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es
la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?” (Sal 26,1).
En su carta a los Filipenses, san Pablo, anuncia que
Jesucristo transformará nuestra condición humilde, según el modelo de su
condicion gloriosa” (Flp 3,21).
LA INICIATIVA DE DIOS
Pues bien, esa futura transformación de nuestra
condición humana encuentra ya su cumplimiento y su modelo definitivo en la
transfiguración de Jesús en lo alto del monte. El evangelio de Lucas (Lc 9,28-32) nos ofrece hoy algunas pautas
para nuestra reflexión:
• Si en otro tiempo Dios sacaba a Abrán de la quietud
de su carpa de nómada, Jesús se lleva consigo al monte a los tres discípulos
predilectos. Hay una iniciativa divina que antecede y anticipa las decisiones
humanas.
• Si Abrán cayó en un profundo sueño ante la
revelación de la gloria de Dios, también los discípulos de Jesús se caen de
sueño ante la revelación de la gloria de su Maestro. En el sueño que no podemos
controlar nosotros se manifiesta esa presencia que nos asombra.
• Si Abrán se
ve sumergido en la oscuridad, en la que Dios le ofrece su alianza, los discípulos
de Jesús se ven cubiertos por una nube. Y de la nube llega esa palabra por la que Dios reconoce y
presenta a Jesús como su Hijo.
LA ESCUCHA DE LA PALABRA
Según el evangelio, desde el seno de la nube resuena
una voz que viene de lo alto. La nube representa a Dios. Un Dios inaferrable e
indomesticable. Un Dios invisible a los ojos humanos, pero cercano a todos los
que han de prestar oídos a su palabra y su mensaje.
• “Este es mi hijo, el escogido, escuchadle”. En un
primer momento, se ofrece la revelación de Jesús como hijo eterno de Dios. Jesús
es más que un profeta. Su venida marca la plenitud de las antiguas esperanzas.
• “Este es mi hijo, el escogido, escuchadle”. En un
segundo momento, se anuncia a Jesús como el elegido entre todos los hombres. En
él se hace visible la figura del Siervo del Señor y se cumple la misión
redentora que a él se atribuía.
• “Este es mi hijo, el escogido, escuchadle”. En un
tercer momento, la voz de Dios se convierte en exhortación. Todos los que se
encuentren con Jesús son invitados a escucharle con atención. Él transmite la
palabra de Dios. Él es la misma palabra de Dios.
- Señor Jesús, también nosotros nos encontramos a
veces en la socuridad y sumidos en un sueño profundo. Pero, en medio de la
tiniebla, tú eres la luz que nos libra del temor y del cansancio y la palabra
de Dios que guía nuestros pasos por los senderos de este mundo. Bendito seas por siempre, Señor. Amén.
José-Román
Flecha Andrés