Solemnidad. La Anunciación del Señor
LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR
Padre Pedrojosé Ynaraja
Este es el título que el misal da a
esta solemnidad a la que le atribuye una categoría litúrgica especial. Es
solemnidad, máxima categoría, y al proclamar el símbolo de nuestra Fe, el
Credo, y pronunciar “se encarnó de la Virgen María…” la rúbrica advierte que
debe uno ponerse de rodillas, gesto que sólo se repite en Navidad. Es un
detalle simbólico, que expresa la importancia que tiene para el cristiano, el
acontecimiento que celebramos hoy.
2.- Lo podemos considerar bajo dos
prismas de observación, mis queridos jóvenes lectores. En primer lugar el
encuentro de la divinidad con el género humano. Habréis observado que en el
mundo y a través de su historia, la humanidad, ciertas personas, han intuido la
existencia de un ser superior. El hombre es el único ser capaz de captar y
aceptar la verdad, la belleza y el amor. Ni las plantas, ni los animales, son
capaces de conseguirlo. Posicionado en estos fundamentos, de alguna manera, han
ido pretendiendo llegar a comunicarse, a entenderse, a ayudarse de la realidad
trascendente que intuyen, para dar sentido a su vida. A este fenómeno le
llamamos religión y se elevan ellas mismas espiritualmente, con más o menos
acierto, sin conseguir la unión del todo.
3.- El cristianismo acepta y cree
que por libre y amorosa iniciativa de Dios, puede existir un tal encuentro. Si
las religiones son, dicho con todos los respetos y por
pura analogía, vitales vectores de dirección vertical, de más o menos
intensidad y en sentido de abajo hacia arriba, la Fe cristiana es un vector
también de dirección vertical, pero de intensidad infinita, ya que parte de
Dios mismo, y en sentido inverso, es decir de arriba a abajo.
Esta es la singularidad de la Fe
cristiana. Mas que pretender alcanzar a Dios, actitud
perfectamente correcta, el cristiano sabe que debe dejarse encontrar por Dios,
no poner ningún impedimento a su llegada y, una vez impregnado de Él mismo por
el bautismo, mediante la Gracia que en el sacramento se le otorga, serle fiel
en las decisiones de su vida.
4.- Respecto al segundo aspecto,
podríamos decir que es un acontecimiento sublime, enmarcado en la realidad
espacio/temporal. Se trata del anuncio y proposición del ángel, que le hace a
María, virgen de Nazaret. Os advierto, llegado este momento, mis queridos
jóvenes lectores, que si tenéis cierta cultura artística y recordáis como los
artistas plásticos la han presentado, será preferible que la olvidéis ahora. Os
advierto que busco siempre con ilusión en iglesias y museos la escena de la
Anunciación. Generalmente viste Santa María ricas telas, sus ademanes y sus
gestos más parecen inicio de una danza, que la comunicación discreta de una
ilusionada confidencia divina. Las pinturas de Fra
Angélico son siempre una excepción y son ellas las que recuerdo, si quiera
satisfacer mi imaginación mientras medito tan prodigioso misterio.
5.- La Virgen María era una
sencilla muchachita de Nazaret, ni rica, ni pobre, ingenua y amable, pero
prudente. El ángel se presentaría, si la escena fue sensorial y no puro
arrebato místico, como un joven normal y corriente, de los tantos que
deambulaban por la pequeña población. Tan pequeña que todos sus vecinos se
conocerían y al acercarse un desconocido, su primera actitud fue de sorpresa.
Una tradición que se conserva en Nazaret dice que el primer encuentro fue en la
fuente, la que todavía visitamos, la única que en el pueblo había, donde
siempre se encontraban todos a proveerse de agua, mientras charlaban un rato.
Un lugar, pues, muy apropiado para un amigable encuentro. María se asombró y de
inmediato se echó a correr y se encerró en su casa, la de sus padres. Allí
dentro descubrió que no estaba sola, el mismo personaje con dulzura, quería
hablar con Ella y no se hizo escurridiza. Lo que le distinguía de los demás era
su porte, su calidad espiritual, era sin duda un mensajero divino y esto no lo
es un cualquiera.
6.- La iniciativa partió de
Gabriel, el mensajero. Saludó con educación. Le dirigió un elogio, iba a decir
un piropo, pero sé que decirlo, hoy en día, se me tacharía de machista y no lo
digo, pero lo pienso con simpatía. Afirmo, pues, que fueron palabras de gracia,
elogiosas, que la sorprendieron.
La asombraron porque la jovencita
era humilde.
Se le propuso de inmediato
por encargo del Altísimo ser madre.
No se opuso, pese a que no
entraba en sus planes de futuro.
Solicitó alguna explicación
para lo que no comprendía.
Lo que pudo, y como pudo, el
ángel se lo explico.
No llegó a entenderlo, pero
no puso inconvenientes.
Tratándose de Dios, no cabía
la desconfianza.
Dios desde entonces se hizo
humano terráqueo.
¡quién lo
iba a pensar!
7.- Este fenómeno es mucho más
importante que si un día se presentase un marcianito, de naturaleza exenta de
agua y estructura corpórea, ausente de átomos de carbono. Os he puesto un burdo
ejemplo, para que entendáis que lo que ocurrió no tuvo nada que ver con lo que
buscan los astrofísicos. Aunque la criatura que se formó en el seno de la
jovencita era tan terráquea, como extraterrestre.
María dijo totalmente sí a Dios,
cosa que nunca nadie ha hecho y cumplido con tal fidelidad. Y resulta que María
no nos es ajena. Al aceptar totalmente a un mesías prometido acepto totalmente
al Cristo total, del que nosotros formamos parte.
Si esto ocurriera físicamente
ahora, más de uno de vosotros querría hacerse con Ella un selfie.
Pues, os lo digo en confianza y os encargo que lo contéis a quien podáis, más
que una foto, tenemos la Gracia que nos trae el abrazo amigo del mismo Dios