«Corregir y consolidar»
Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de
Posadas,
para el 3° domingo de Cuaresma
[24 de marzo de 2019]
En la reflexión cuaresmal de este año venimos profundizando sobre la
misión evangelizadora que todos, como Pueblo de Dios, hemos recibido de
Jesucristo. Ya hemos considerado la necesidad de renovar el compromiso que
implica el sabernos llamados desde nuestro bautismo a evangelizar y la alegría
que esto conlleva. También hemos mirado los particulares desafíos que se nos
presentan en esta tarea. En este domingo quisiera invitarlos a aprovechar este
tiempo de Cuaresma para realizar un buen examen de conciencia. Así podremos
agradecer a Dios por lo bueno y pedir su gracia para corregir aquello que nos
aparta de Él.
Siempre es bueno evaluarnos en aquello que venimos realizando en la
acción evangelizadora, tanto en lo personal, como en nuestras familias y
comunidades. El tiempo de cuaresma nos ayuda a esto.
Así como señalamos el secularismo que va impregnándose en nuestro estilo
de vida, donde el valor de la gracia de Dios tiende a extinguirse con la
omisión de Dios y nos somete a lo coyuntural, también debemos señalar que
muchas veces tendemos a idolatrar aquello «que parece pero que no es». También corremos el riesgo de tener un sentido mágico, a veces
supersticioso de las cosas, o bien, de teologizar la realidad, haciendo una
lectura de ella donde forzadamente pretendemos manejar la voluntad divina sin
respetar la justa autonomía de las cosas creadas por Dios ni la libertad humana
y sus consiguientes responsabilidades (cfr. GS 36).
En esta evaluación cuaresmal será importante revisar si, en todo lo que
hacemos, Jesucristo el Señor y su Evangelio ocupan el centro de nuestra vida. A
veces nuestros criterios, tradiciones sólo humanas y opciones pastorales
absolutizadas van quitándolo a Jesucristo el Señor del centro de nuestra vida y
de nuestro anuncio evangelizador. Aquí quiero que recordemos especialmente aquello
que nos dice Aparecida sobre la conversión pastoral: «Esta firme decisión
misionera debe impregnar todas las estructuras eclesiales y todos los planes
pastorales de diócesis, parroquias, comunidades religiosas, movimientos y de
cualquier institución de la Iglesia. Ninguna comunidad debe excusarse de entrar
decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación
misionera, y de abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la
transmisión de la fe» (DA 365)
En esta reflexión quiero agradecer a tantos que como Pueblo de Dios en
la diócesis ponen su corazón en la alegría de evangelizar. Tanto a los
sacerdotes y diáconos, como a los religiosos y miles de laicos que cumplen el
mandato del Señor de anunciar la Buena Noticia con humildad. Tendremos que
corregir aspectos que nos paralizan en este mandato del Señor, pero es bueno
reconocer también tantas iniciativas evangelizadoras que tenemos orgánicamente
como pueblo de Dios. Seguramente deberemos consolidar lo bueno y seguir abriéndonos
para discernir los desafíos que nuestro tiempo nos propone y así dar nuevas
respuestas.
El próximo fin de semana, 30 y 31 de marzo, realizaremos como cada año
la colecta cuaresmal que llamamos «del 1%» y que este año lleva por lema «No nos cansemos de hacer el bien» (Gál 6,9). Proponemos compartir con nuestros hermanos más necesitados por lo
menos el 1% del total de nuestros ingresos. Es importante recordar que este
aporte cuaresmal tiene sentido si es fruto de nuestra conversión a Dios y
expresa nuestro deseo de amarlo a Él y a nuestros hermanos como a nosotros
mismos. Esta ofrenda estará destinada especialmente a aquellos hermanos
necesitados a quienes se ayudará a mejorar las viviendas, los techos, las
letrinas. Obviamente con esto no solucionaremos el problema de la vivienda de
tantos hermanos, pero como diócesis realizamos un gesto concreto de caridad y
justicia.
Este tiempo cuaresmal nos ayudará a
revisarnos desde el amor que Dios nos tiene con la certeza de que, si volvemos
a Él, nos recibirá con un abrazo de Padre como al hijo pródigo (cfr. Lc 15,20). Esta experiencia es pascual, es la que nos
impulsa a ser puentes del amor de Dios y a salir de nosotros mismos e ir hacia
todos, especialmente hacia los más necesitados como testigos de la Pascua y de
la esperanza
¡Un saludo cercano y hasta el próximo
domingo!
Mons. Juan
Rubén Martínez,
obispo de Posadas