V Domingo de Cuaresma, Ciclo C

 

LOS DEMÁS

 

Padre Pedrojosé Ynaraja

 

1.- El fragmento de la carta que Pablo envía a los filipenses es admirable. El Apóstol no era un hombre reservado. A quienes y encontraba y con quienes compartía, les contaba sus aventuras. En el caso de hoy, más que hablar de sus naufragios, azotes que recibió como castigo, gente que le traicionó o personas que le ayudaron, como en otras ocasiones hace, habla de sí mismo, de sus ilusiones, de sus esperanzas. Vuelvo a repetirlo, es comunicativo, desnuda su interior. El texto es de un hombre de categoría, el contenido forma parte de la Revelación divina y debemos acogerlo con respeto y deseando ser fieles a sus enseñanzas, hasta en los más mínimos detalles.

 

2.- Si el proceder y ser de Pablo es tal, el más común de la gente de nuestro tiempo no le imita. El Apóstol desnuda su interioridad y hoy en cambio, a muchos contemporáneos nuestros, les resulta más fácil acudir a una playa nudista, que confiar sus ilusiones, sus aflicciones, sus deseos, sus ensueños, a un amigo. Por eso se sienten tan solos, aunque no lo digan. ¡y si solo fuera Pablo quien así piensa y dice! Acordaos que el mismo Jesús decía: a vosotros no os llamo siervos, sois amigos porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer (Jn 15,13).

 

3.- Un grupo de amigos juntos se parecen con frecuencia hoy a un plato con gotas: una de mercurio, otra de aceite y la tercera de agua. Por mucho que se junten o revuelvan, nunca se disuelven, siempre se separan. ¿sois de esos, mis queridos jóvenes lectores?

 

4.- Os he recordado muchas veces que el Templo de Jerusalén, el de los tiempos de Jesús, reedificado por Herodes, constaba de un edificio sagrado o santuario, alrededor se levantaba el atrio de las mujeres y de los israelitas y en su entorno se extendía una gran superficie, delimitada por soportales. En su superficie a cielo abierto se colocaban los cambistas y los vendedores de animales aptos para los sacrificios, bajo los cobertizos, los maestros de la Ley enseñando y los eruditos intelectuales discutiendo. Jesús de jovencito, se quedó con los rabinos aquella vez, cuando ya tenía doce años. En más de una ocasión esta gran área la aprovecho ya adulto para la evangelización de multitudes o encuentros personales.

 

5.- El relato del evangelio de la misa de este domingo se sitúa en esta gran plaza. Se lo tenían muy bien preparado estos capciosos hombres de leyes y costumbres. Pero los ilustres eran personas como el común de los hijos de vecino, los de entonces y los de ahora. Estaban alerta siempre para no perder de vista los defectos y pecados de los demás, y estaban para esto y en este terreno, muy bien entrenados.

 

7.- Olvidaos de nuestra decadente actualidad, mis queridos jóvenes lectores. No se juntaban, separaban y rejuntaban como ahora. El matrimonio era una cosa considerada socialmente cosa seria y el adulterio, que es un rejonazo peligroso para la familia, grave delito. Hay que reconocer que la pena de la lapidación, según dicen, no se aplicaba. Pero en la Ley constaba. Si Jesús acedia a que la apedreasen, era un malvado integrista, hubieran dicho de Él. Si la absolvía, un falso maestro. No tenía escapatoria. Al menos así pensaban ellos. Pero la astucia y el saber del Señor era superior. La gravedad de un pecado no es directamente proporcional a la vergüenza que socialmente supone, os lo he dicho muchas veces, mis queridos jóvenes lectores.

 

8- Hoy en día es muy grave el egoísmo de tantos que marginan al emigrante, o se desentienden de los que sufren desgracias colectivas, tempestades o sequias, que condenan a un pueblo a la hambruna. Es muy grave, pero viven tranquilos, sin que nadie se lo reproche o desprecie por ello. No pasa lo mismo con el pobre hombre que coge como puede algo de otro, para aprovecharse y poder continuar viviendo, aunque también se emborrache o fume. Eso de pedir limosna y después embriagarse está muy mal visto. La corrupción y el contrabando es aceptado como propio de quien puede gozar de elevada situación social.

 

El proceder de Jesús descubre su malicia y prudentemente ellos se retiran. ¿no la condenan? Pues Él tampoco, le dice. Ahora bien con mucha cordialidad añade: anda y en adelante no peques más.

 

Se acercan los días pascuales y por tanto debemos examinar nuestras conciencias a la luz de las enseñanzas del Señor, que fácilmente serán diferentes de los criterios de nuestra decadente sociedad.

 

Hay que ser valiente y sincero con uno mismo, no lo olvidéis. Cuesta a veces mucho más serlo consigo, que con los demás.