DOMINGO 4º.PASCUA, CICLO C

¿NECESITAMOS UN PASTOR EN PLENO SIGLO XXI?

 

Pasado el tiempo de las apariciones del Señor Jesús resucitado a sus apóstoles, a partir de ahora nos entretendremos en algunas de las figuras que nos hacen sentir cercana la presencia del resucitado. Y una de ellas es la que nos presenta el Evangelio de San Juan, la figura de Cristo el Buen Pastor. Ya desde los antiguos tiempos, en las catacumbas romanas y en las más vetustas iglesias de la cristiandad, se destaca la figura de un hombre joven que lleva sobre sus hombros airosamente una oveja, o también en su regazo, un corderito recién nacido para entregarlo al resto del rebaño. Por supuesto que hoy hablar a los hombres de nuestras ciudades del Buen Pastor, nos llevaríamos una sonrisa de cierto desprecio o indiferencia, pues lo de los corderos, las ovejas, el redil, los cuidados y las enfermedades de las ovejas nos parece hablar de épocas ya pasadas con las que no tenemos ningún punto de convergencia. No queremos oír de pastoreo, y sin embargo, hoy oímos voces que lejos de ennoblecernos, nos dejan más encerrados en el redil, que no promete nada sino esclavitud y uniformidad, si no, echemos un vistazo a lo que se nos propone: esas voces nos dicen cómo debemos vestir,  que debemos consumir, que marca de coche o de moto hemos de comprar, hasta dónde debe llegar el pantalón o la falda,  si van  desgarrados o con agujeros, cual ha de ser el color de esta temporada, qué muebles, qué corbata, qué perfume, que libros  demos de leer, qué celular te conviene más porque te da mayor gama de comunicación que películas hemos de ver y qué moda seguir. Ahora las indicaciones que se reciben, también abarcan la comodidad, la seguridad y salud de los sabuesos que tienen por cierto más comodidad que muchos de los seres humanos.  Y la promesa por ser obedientes a tales voces no alcanzan a ir más allá de la ganancia para los bolsillos de los comerciantes, y una cierta aureola de que tú puedes comprar lo que te ofrecen y que por lo tanto estás en una categoría superior del género humano. ¿Verdad que es poco lo que ofrecen las voces que te atraen a cambio de todo lo que tú aportas? En cambio Cristo el Buen Pastor, tiene buenas propuestas para ti y para todos los hombres que se le confían. Pero dejémonos guiar por la palabra de Cristo: “MIS OVEJAS ESCUCHAN MI VOZ, YO LAS CONOZCO Y ELLAS ME SIGUEN…”. Tiene Cristo razón al decir que conoce a sus ovejas, pues aunque somos muchos, todos tenemos acogida en su corazón y ninguno de nosotros le pasamos desapercibidos, comenzando por el hecho de hacernos distintos a cada uno con características propias que no tienen los demás. Escuchar la voz de Cristo tiene ya sus características especiales, pues los jóvenes tienen otras voces más atractivas aparentemente,  que les mantienen ocupados todo el día e incluso apartados del género humano, pues sus audífonos son un antídoto contra intromisiones del resto de los humanos, y efectivamente, seguir a Cristo sólo se lo concedemos muy a medias, sólo cuando tenemos una necesidad, un bautismo, una enfermedad grave si acaso, y ya no en la bodas, porque ahora se rehúsa el compromiso, más si se trata de un compromiso de por vida, en lo que no dejamos que Cristo meta la mano.

“YO LES DOY LA VIDA ETERNA Y NO PERECERÁN JAMÁS…” Esa es la promesa de Cristo fincado en su gran amor por el género humano, ya que así se lo encomendó el Buen Padre Dios, congregar a la humanidad entera en un solo rebaño, de camino a la casa paterna, donde se vivirá esa nueva vida de los hijos de Dios, a los que fueron capaces de seguir las luces y las indicaciones que irradiaba la persona de Cristo. El mantiene en alto el precio de la vida humana, a diferencia de los que trafican con drogas y otras sustancias, que hacen que los humanos sencillamente se conviertan en esclavos de las propias pasiones, y cuando yo no son útiles, al día siguiente los encontramos ya deshechos en cualquier basurero o en cualquier fosa clandestina, en formas que la macabra imaginación humana no deja de sorprender, encostalados, decapitados, en tambados o disueltos en sustancias dañinas.

“NADIE LAS ARREBATARÁ DE MIS MANOS…” No hay criatura más tranquila y sosegada que la que está en las manos de su madre, arropada, segura y calmada, o también nos fijamos en el padre que lleva sobre sus hombros al niño de poca edad rumbo a kínder de la localidad. Con mayor razón podemos pensar en los brazos fuertes, varoniles, seguros de Cristo, que no se opone de ninguna manera a las iniciativas humanas que hacen crecer al género humano, haciéndolo más habitable, más humano y más cálido y más llevadero. Los brazos de Cristo no entorpecen la labor humana, le dan acomodo e inspiran nuevas iniciativas de paz y de fraternidad.

“ME LAS HA DADO MI PADRE Y ÉL ES SUPERIOR A TODOS Y NADIE PUEDE  ARREBATARLAS DE LA MANO DEL PADRE. EL PADRE Y YO SOMOS UNO”. Hay que decir que fue la mejor ocurrencia de Cristo en haber pensado en congregar a la humanidad entera en un solo redil, en una sola familia, en llevarnos a todos en una sola barca, donde todos se sientan amados, donde todos tengan el aliciente de una mano amiga y fraternal que te da fuerzas cuando comenzamos a flaquear porque las energías comienzan a faltarnos, y ante las caída propias del género humano, ahí está Cristo para sostenernos y hacernos caminar en la dirección correcta, con un sacramento que es el de la reconciliación humana.

Hoy tendríamos que elevar entonces nuestra oración para que el Buen Padre Dios quiera sostener a la Iglesia en su lucha en bien de la humanidad, pidiendo que nunca falten en nuestro mundo gentes de buena voluntad que ayuden a Cristo en su cometido de guiar a la humanidad a la casa del Buen Padre Dios. Necesitamos vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa, necesitamos muchas vocaciones a la vida matrimonial y también buenas y santas vocaciones a la vida de soltería. Este es el día de la oración por las vocaciones de vida y generosidad en la Iglesia.

Si ves de utilidad mi mensaje, transmítelo a tus amistades. Te lo pide el P. Alberto Ramírez Mozqueda que está enalberami@prodigy.net.mx