COMPARTIENDO
EL EVANGELIO
Reflexiones
de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas
por radios de Capital y Gran Buenos Aires)
Domingo
quinto de Pascua, Ciclo C
Evangelio
según San Juan 13,31-33a.34-35.
Durante la
última cena, después que Judas salió, Jesús dijo: "Ahora el Hijo del
hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido
glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto.
Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo
les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: 'A donde yo voy, ustedes no
pueden venir'. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así
como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto
todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los
unos a los otros".
LA CAPACIDAD DEL AMOR
Escuchar al
Señor, saber cuál es su enseñanza y también entender cuál es nuestra respuesta.
El hombre se perfecciona junto, cerca y en Dios. El hombre tiene sentido en la
colaboración con Dios; Dios no es un rival y quien lo quiera hacer solo,
individualmente, fracasará. Amargo fracaso donde se verá, a la larga, su
impotencia.
Es importante
estar atentos a la Palabra de Dios. Escucharla, leerla, meditarla, nutrirse de
ella, alimentarse de ella. La Palabra es Vida y es Luz, nos enseña. Esa Palabra
también se convierte, en nosotros, en oración.
Esa oración
que significa agradecimiento y gozo por la presencia de Dios. Esa oración que
significa comunión: comunión con Él, comunión con uno mismo, comunión con todos
nuestros hermanos, comunión con la misma naturaleza, comunión con todos los
acontecimientos de la vida. Y descubrir, a través de la Palabra y la oración,
que el amor es el centro propulsor de la historia; un mandamiento nuevo.
Esta palabra
está tan gastada, tan manipulada, tan estereotipada, que da pena porque eso
indica poca profundidad, eso indica ignorancia. La falta de ese amor significa
también insensatez. Es importante darnos cuenta que nuestra existencia tiene
sentido y plenitud en la medida que el amor de Dios -en el amor a los hermanos-
está presente.
Después de la
Resurrección de Cristo todo se ha transformado, pero debemos crecer
continuamente en la interioridad, más completa y más profunda, para llegar a
ser verdaderamente plenos en el Señor.
Pidamos al
Señor que nos siga teniendo paciencia, que nos siga enseñando, que nos siga
educando; ¡por favor!, el amor tiene componentes: el amor es respeto, el amor
tiene verdad, el amor tiene cuidado, el amor tiene compromiso, el amor tiene
servicio, y al amor se juega serio.
“La tristeza
más grande -decía León Bloy- es no ser santos”; y uno
podría incorporar “la tristeza más grande es haber perdido la capacidad del
amor.” Dice Jesús: “en esto reconocerá
que ustedes son mis discípulos, en el amor que se tengan los unos a los otros”
Les dejo mi
bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén