ASCENSIÓN DEL SEÑOR  (C) (Lucas 24, 46-53) 

 “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”

 

-  Una primera impresión de esta marcha del Señor: su Ascensión a los Cielos, podría dejar en nuestro ánimo una cierta nostalgia, o una sensación de abandono y soledad, como la que reflejan los famosos  versos de Fray Luis de León:

                                       ¿Y dejas, Pastor Santo,

                                         tu grey en este valle hondo, oscuro,

                                         con soledad y llanto,

                                         y Tú, rompiendo el puro

                                         aire, te vas al inmortal seguro….?”.

- Pero, (licencias de poetas aparte), si analizamos este acontecimiento de la vida del Señor, desde una Fe profunda, no son esos los sentimientos que ha de despertar en nosotros su Ascensión al Cielo. ¡Poco o nada habríamos entendido el mensaje de Cristo si su Ascensión nos dejase paralizados y en una inoperante nostalgia! El mensaje de los Ángeles (Hechos 1,10-11), quiere sacar a los once discípulos de esa actitud nostálgica e inoperante:

                   ¡Que hacéis, hombres de galilea, mirando al cielo!

- Y es que, a Jesús, después de su Ascensión, no hay que buscarlo en las nubes, o detrás de las estrellas. ¡Hay que buscarlo en la tierra y detrás de cada acontecimiento de la vida cuotidiana!

- Cristo podría decirnos: Es verdad que me voy visiblemente de vosotros, pero también nos dijo, - como nos lo recuerda en el Evangelio de hoy -: “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”

- Y no podemos olvidar esta verdad: ¡Jesús se va, pero se queda!  Se va, pero se ha quedado: en los sucesores de los Apóstoles, en el Misterio de la Iglesia, en su Palabra, en la Eucaristía y también en nuestros prójimos.

-  Ese Jesús que, “ascendió al Cielo y está sentado a la derecha del Padre", sigue estando continuamente a nuestro lado, atento a nuestras necesidades y prodigándonos su cariño a través de todas esas inefables formas de presencia para  estimularnos a ser sus testigos.

-  Y eso es lo que nos recuerdan hoy los Ángeles: ¡Qué hacéis pasmados mirando al Cielo! A Jesús hemos de buscarle y servirle en la vida diaria:

                        -  En la persona necesitada

                        -  En los pormenores de la vida de familia

                        -  En el trabajo, en la calle

                        -  En las cosas y acontecimientos de cada día.

-  La Ascensión del Señor es una invitación a, ¡dejarnos de nostalgias inoperantes! y a tratar de encontrarlo en todo lo que nos rodea. Guillermo Soto