GLORIA A LA TRINIDAD
Solemnidad de la Santísima
Trinidad
“El Señor me estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus
obras antiquísimas. En un tiempo remotísimo fui formada, antes de comenzar la
tierra”. Dios es comunidad eterna y comunicación con el hombre que ha creado
por amor. El libro de los Proverbios
presenta esa comunicación con la imagen de la Sabiduría que se goza con los
hijos de los hombres (Prov 8,22-31).
La creación del mundo y la lección que las cosas creadas transmiten al
ser humano se convierte en admiración e interrogante en el salmo octavo: “Cuando
contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder? (Sal
8,4-5).
La sabiduría de Dios ha sido identificada con su Hijo. Y el amor de
Dios ha sido reconocido e invocado como su amor. Así lo recuerda san Pablo a
los Romanos: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el
Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rom 5,5).
TRES PUNTOS DE UNA REVELACIÓN
El evangelio que se proclama en esta fiesta de la Trinidad santa de
Dios nos remite a las palabras de despedida que Jesús dirige a sus discípulos
tras la última cena (Jn 16,12-15). Son unas pocas líneas, tan densas como
luminosas que nos introducen en el ser de Dios, en la vida de Dios, en la
comunicación de Dios. He aquí tres
puntos de esa revelación:
• El Espíritu de la verdad nos guiará hasta la verdad plena. La hondura
y el amor de Dios son tan fecundos como inagotables. Nos serán revelados por el
Espíritu nos irá ayudando a penetrar tras ese velo mientras vamos haciendo
camino. El misterio de Dios es oscuro para quien trata de descubrirlo por sí
mismo. Pero es luminoso para quien se deja guiar por el Espíritu.
• El Espíritu glorificará a Jesús. Mientras recorría los caminos de su
tierra, Jesús fue ignorado y despreciado hasta ser condenado a muerte por los
dirigentes de su pueblo. Pero el Espíritu había de reivindicar su suerte y
revelar su gloria. Esa revelación irá marcando el paso de la historia. Sólo
gracias al Espíritu acertamos a ver y aceptar a Jesús glorificado.
• Todo lo que tiene el Padre es de Jesús y es anunciado a los hombres por
el Espíritu. Conocido por el Padre, solo Jesús lo conocía a su vez. Esa unión y
esa intimidad interpersonal entre el Padre y el Hijo nos es revelada siempre y
a cada uno de nosotros por la presencia y la acción del Espíritu.
GRATITUD Y ALABANZA
En su carta a Serapión escribía san Atanasio unas palabras que hoy se
proponen a nuestra meditación en el “Oficio de Lecturas”: “En la Iglesia se predica
un solo Dios, que lo trasciende todo, lo penetra todo y lo invade todo. Lo
trasciende todo en cuanto Padre, principio y fuente; lo penetra todo, por su
Palabra; lo invade todo en el Espíritu”.
• El Padre lo trasciende todo. Está más alla de nuestras experiencias y
aspiraciones. Más allá de lo que podemos conocer y apetecer. A él nos dirigimos
por la fe.
• El Hijo lo penetra todo. Es la Palabra que nos revela la majestad y
la bondad de Dios. Y nos revela lo que nosotros somos y lo que estamos llamados
a ser. Él alienta nuestra esperanza.
• El Espíritu Santo lo invade todo. Conoce lo que somos y lo que
necesitamos, lo que despreciamos y lo que valoramos. Él suscita en nosotros la
fuerza del amor.
- Ante la Trinidad santa de Dios, misterio de luz, de resplandor y de
gracia, solo nos atrevemos a pronunciar esta oración de gratitud y alabanza:
“Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”.
José-Román
Flecha Andrés