SOLEMNIDAD DEl CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO
LAS HISTORIAS DE LA IGLESIA
Padre Pedrojosé Ynaraja
El tesoro espiritual de la Iglesia conserva insospechables
riquezas. Insospechables sí, pero ni incómodas, ni absurdas, ni contradictorias.
1.- Si al final del evangelio de Juan se nos advierte que
“Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni el
mundo entero podría contener los libros que habría que escribir”. (Jn 21,25). semejante afirmación
podría aplicarse a los contenidos de la interioridad de Santa María, de los
Apóstoles, de la Santas Mujeres y de los numerosos Discípulos. El mismo
Nicodemo, interesado interlocutor nocturno del Señor, también sabría lo suyo
exclusivo. Infinitas fueron las enseñanzas y experiencias que tuvieron todos
ellos durante aquellos años de vida apostólica de Jesús. Tales tácitas
riquezas, muchas de ellas, las explicarían confidencialmente y se trasmitieron
más o menos explícitamente.
2.- En el transcurso de su historia, la Iglesia las va
descubriendo o sacando de su tesoro interior, nombrándolas o separándolas, para
acentuándolas responder proféticamente a las necesidades de ciertos momentos
históricos. Si los fundamentos de la Fe se reconocen y celebran de acuerdo con
unas normas litúrgicas, no hay duda que la evocación de la Eucaristía, que
corresponde al Jueves Santo, queda empequeñecida por las circunstancias que
envolvieron la jornada del Cenáculo: el discurso, más bien confidencia
emocionada, de Jesús, despidiéndose de los discípulos, rogando por ellos y por
los que creeríamos lo que les dijo y le seguiríamos también. La oración en voz
alta al Padre. La traición de Judas. La oración en Getsemaní… tantas cosas se
acumulan aquella jornada… sin duda algunas son de menor tenor, el detalle de
que cantaron los himnos correspondientes, la distancia que estaban separados,
etc., etc. Otros acontecimientos no, eran de tal importancia que no se podían
olvidar, ni menguar, tal la Eucaristía, el Pan de ángeles superior al maná del
desierto y así parece que iba pasando de manera que llegó un momento histórico
que estimulado por las peticiones de santos y santas, la Iglesia consideró que
era oportuno dedicar un día a la Eucaristía. No es que la hubiera olvidado, ni
abandonado, tal vez lo que había ocurrido es que no se tenía suficientemente en
cuenta, principalmente por parte del pueblo fiel, pero carente de suficiente
formación. Así que, acabado el tiempo pascual, se dedica más específicamente
este domingo a la Eucaristía.
3.- Tal vez me diríais, si fuera posible el diálogo entre
vosotros, mis queridos jóvenes lectores y yo mismo: ¿sabía San Pedro y los
demás lo que era el Corpus? Estrambótico será lo que os diré. Suponiendo que
ahora mismo se nos apareciera y careciendo, difícil imaginarlo, de la
experiencia de su existencia eterna, le preguntáramos si alguna vez habían ido
en procesión el día de Corpus, con seguridad os miraría con grandes ojos y os
diría ¿qué es eso del Corpus?
4.- Si le explicaseis algo de lo que sabéis, de inmediato os
respondería: amigos, de eso que decís sé mucho por experiencia, no me pidáis
discursos, que no es lo propio mío. Lo que os puedo decir es que aquel pan que
nos dio, que nos dijo era su cuerpo mismo, produjo en nuestro interior un
cambio tal, que nunca hubiera imaginado lo que yo era capaz de hacer.
Ciertamente que al poco rato le olvidé, que hui, que le traicioné, pero
después, no me lo explico de otra manera, que fue por la fuerza de aquel
alimento, que no era un simple trozo de pan, me di cuenta más tarde. Fui capaz
de arrepentirme, sin desesperarme, de vivir tal como Él nos había enseñado, y
de ser fuerte ante la prueba final y, a imitación suya, morir ajusticiado a
causa de Él, por los que no creían en Él y le odiaban. No, no organizamos
procesiones, ni alfombras, ni teníamos preciosos ostensorios. Nos reuníamos y,
tal como Él nos indicó, partíamos el Pan, lo repartíamos y lo compartíamos,
renovando sus mismas palabras, que no era simple recuerdo memorístico. Estaba
presente Él sin duda, lo experimentábamos, pese a no sentir su compañía física.
5.- Ahora caigo en lo que me preguntáis y desde mi realidad
eterna, observo que además de reuniros el domingo y recibirlo, un día os
detenéis a pensar sosegadamente, recapacitar para descubrir el valor que lo que
nos dio aquella noche y encargó continuáramos nosotros y nuestros sucesores
dando. Obráis así y está muy bien hecho. En algunos sitios adornáis esta
reflexión con procesiones, flores, cantos de adoración y bendiciones. ¡Cuánto
me gusta si responde a devoción! Inútil, sin duda si responde a puro interés de
atraer turismo o establecer rivalidades o fomentar la vanidad. Pero no os
desaniméis si estos ornatos creéis desaparecen, hay muchas maneras de acompañar
la oración o son precisamente estos ornatos, estos inciensos, estos himnos, los
que fomentan que vuestra mente ore.
6.- La Eucaristía, nosotros la llamábamos sencillamente
Fracción del Pan, continúa Pedro, es una celebración preciosa, aunque os
reunáis pocos, es alimento que os hará fuertes, si lo recibís correctamente, no
será así si no estáis preparados. Es presencia del Señor, se quedó de esta
manera para estar al alcance de todos, por pobres que fueran…Pienso, mis
queridos jóvenes lectores, que algo así nos diría Pedro, si tal encuentro fuera
posible.
7.- Lo que insistentemente os recomiendo es que no dejéis de
comulgar con fe. Tal vez en aquel momento estáis distraídos, pero si en el
instante de decidirlo y dirigiros a una iglesia para comulgar, así lo pensáis,
no lo dudéis, obráis correctamente. Si para obtener ayuda entráis en una
iglesia porque allí se guarda el Santísimo, con vuestra oración podéis uniros a
Él. Tenedlo por seguro, os resulta provechoso. En la vida física es preciso
tomar alimento, pero el sol, ya lo sabéis, es provitamina D necesaria para
gozar de buena salud. Respirar aire libre, mientras paseáis por un bosque
tupido y bebéis agua abundante facilita el vigor y la lozanía. Paralelamente,
lo que os recomendaba mejorará vuestra vida espiritual.
8.- Si hoy por muchas tierras de algunos continentes
disminuye la Fe, observaréis que no es consecuencia de la modernidad, ni del
entusiasmo “religioso” que algunos ponen en su militancia política, ni de la
fanática afición por un equipo de futbol, ni por estar siempre con las manos
ocupadas con el tablet o la música enlatada en un
MP3, ni por las ambiciones de algunos por conseguir mando y poder público, que
no os niego son inconvenientes. Influye negativamente mucho más el abandono de
la Eucaristía.
Jesús-Eucaristía es ayuda, fortaleza, coraje, valentía. Hoy
como siempre, en monasterios, en asilos, en misiones, en lugares donde
fanáticos pretenden suprimir el cristianismo, continúan existiendo maravillosos
fieles cristianos. No os dejéis engañar. Se da publicidad a las depravaciones,
pero se silencian las heroicidades de los mártires, de tantos que dedican su
vida a los necesitados, de los monjes y monjas de clausura que con su oración
son pararrayos del mal que mereceríamos.
Y no lo olvidéis, cada noche, antes de irme a dormir, junto al Sagrario de mi iglesita, digo: a mis queridos jóvenes
lectores, ¡buenas noches! les des, Dios.