D O M I N G O XIII (C)
(Lucas, 9, 51-52)
Dos retos: la mesura
y la radicalidad que Jesús exige a sus seguidores |
- A la hora de leer el
Evangelio, para tratar de sacarle el mayor fruto, nos vendría bien el intento
mental de meternos en la escena, como un
personaje más para sentirnos también interpelados por las palabras del Señor.
1ª
escena) La desproporcionada reacción de
los discípulos, ante aquel rechazo de
su Maestro, nos puede evocar a nosotros parecidos comportamientos ante
determinadas injusticias.
- Los Judíos y los Samaritanos
eran, y lo siguen siendo, dos pueblos enfrentados e irreconciliables. Con estos
antecedentes, los discípulos (a instancias de Jesús) entran en Samaria para
buscar alojamiento, pero por el mero
hecho de que se dirigían a Jerusalén, los expulsan de la ciudad.
Ante aquel injusto rechazo, la impulsiva
reacción de los Apóstoles fue, decirle al Señor: ¿Quieres que mandemos bajar
fuego del cielo que acabe con ellos?
¡Que fácil es sentirnos identificados con aquella reacción! ¡En cuantas
ocasiones hemos podido nosotros reaccionar de forma parecida ante cualquier
flagrante injusticia!
Pero…, “El Señor les regañó”, - dice
sobriamente el Evangelio -. Por eso hemos de sentirnos interpelados por aquella
“regañina” porque nosotros, en muchas ocasiones, hemos reaccionado como “los hijos del trueno” y eso, no es lo
nuestro. Jesús podría decirnos: “vosotros
sois de otro espíritu” y es necesario que seáis más
comprensivos, más pacientes, más virtuosos!
2ª escena) Las radicales exigencias que
supone nuestro seguimiento.
¿Cual es nuestro comportamiento ante las radicales exigencias que Jesús
reclama a los suyos?
- Jesús advierte a sus
discípulos que, su seguimiento no puede estar condicionado, ¡ni siquiera, por los
más legítimos amores humanos!
- El “amor a Dios, sobre todas las cosas”,
que Dios nos pide, se ha de manifestar en una actitud incondicional ante las
exigencias evangélicas, que no pueden estar supeditadas:
- Ni a los bienes de este mundo.
- Ni a los más legítimos amores, como pueden ser los de
la familia.
- Y aunque, es verdad, que
Jesús no pedía a todos el mismo tipo de renuncia, y tenemos pruebas en el
Evangelio de hoy, pero a todos nos pide, la radicalidad
de:“amar a Dios sobre todas las cosas”`, porque…,¡Dios es Dios! como, tan certeramente, lo recreara Calderón de
“Ama al otro como a ti, y obra
bien, ¡que Dios es Dios! y, el amor que a El
debemos, ¡no puede estar supeditado a ninguna criatura humana!
Guillermo Soto
A N E X O
Presentación de
LEY
Yo, que Ley de Gracia soy,
la fiesta introduzco hoy;
para enmendar al que yerra
en este papel se encierra
la gran Comedia que vos
compusisteis sólo en dos
versos, que dicen así:
Ama al otro como a ti,
y obra bien, ¡que Dios es Dios!