«liderazgos solidarios»
Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de
Posadas,
para el domingo 15 durante el año
[14 de julio de 2019]
Entre los tantos temas ausentes en la
reflexión de nuestro tiempo, está el que nos cuestionemos sobre el
discernimiento de los «modelos sociales» que habitualmente nos
presentan los grandes medios de comunicación. Muchos de ellos provocan un grave
daño tanto en los adultos como en los jóvenes. Como algo habitual llegan hasta
nuestros hogares novelas o programas de entretenimiento que se integran a las
familias sin ninguna recepción crítica. Incluso sus personajes son amados u
odiados sin tener en cuenta los valores o antivalores que expresan.
El texto del Evangelio de este domingo
sobre el buen samaritano (Lc 10, 25-37), que ayudó a
un pobre tirado en el camino, nos presenta un posible modelo a seguir. Quizás
este modelo no sirva a muchos para promover formas de consumismo, ni tenga rating,
ni sirva para hacer negocios, pero, imitar las actitudes de este samaritano,
nos permitirá obtener un tesoro espiritual en nuestro interior que nos dará la
satisfacción de tener más paz, distensión y mayor esperanza.
En el Evangelio de este domingo, Jesús
le enseña al doctor de la Ley algunas condiciones para ser un testigo de la
verdad y cómo debe ser un liderazgo social válido. Le dice que ponga en
práctica aquello que en teoría ya conocía: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu
prójimo como a ti mismo». (Lc
10,27-28) Después le va a explicar quién es el prójimo con la conocida parábola
del buen samaritano. Este sí era un modelo social porque supo ayudar a este
pobre y herido que estaba tirado en el camino y le dio todo lo que necesitaba.
Es bueno recordar el texto de la carta del papa san Juan Pablo II en «Novo Millennio
Ineunte»:
«Si verdaderamente hemos
partido de la contemplación de Cristo tenemos que saberlo descubrir sobre todo
en el rostro de aquellos con los que el mismo ha querido identificarse: “He
tenido hambre y me diste de comer, he tenido sed y me has dado de beber…
desnudo y me has vestido, encarcelado y me has venido a ver” (Mt. 25,35-36).
Esta página no es una simple invitación a la caridad: es una página de
cristología, que ilumina el misterio de Cristo. Sobre esta página, la Iglesia
comprueba su fidelidad como Esposa de Cristo, no menos que sobre el ámbito de
la ortodoxia». (NMI 49)
Hoy también necesitamos que todos,
pero sobre todo aquellos que tienen liderazgos sociales, políticos, económicos,
religiosos… tengan un perfil que implique en sus acciones y compromisos esta
opción preferencial por los pobres. Deberemos estar especialmente atentos a si
los liderazgos son narcisistas que solo buscan poder y dinero o tienen una
consideración especial por la inclusión de tantísimos hermanos marginados. Los
liderazgos narcisistas siempre llevan al fracaso porque se desentienden del bien
común. Necesitamos en cambio conducciones con mayor magnanimidad.
Es bueno recordar el documento de
Aparecida que señala en concreto situaciones que debemos tener en cuenta y
requieren una atención comprometida como la del buen samaritano: «La globalización hace
emerger, en nuestros pueblos, nuevos rostros de pobres. Con especial atención y
en continuidad con las Conferencias Generales anteriores, fijamos nuestra
mirada en los rostros de los nuevos excluidos: los migrantes, las víctimas de
la violencia, desplazados y refugiados, víctimas del tráfico de personas y
secuestros, desaparecidos, enfermos de HIV y de enfermedades endémicas, tóxico
dependientes, adultos mayores, niños y niñas que son víctimas de la
prostitución, pornografía y violencia o del trabajo infantil, mujeres
maltratadas, víctimas de la exclusión y del tráfico para la explotación sexual,
personas con capacidades diferentes, grandes grupos de desempleados/das, los
excluidos por el analfabetismo tecnológico, las personas que viven en la calle
de las grandes urbes, los indígenas y afroamericanos, campesinos sin tierra y
los mineros. La Iglesia, con su Pastoral Social, debe dar acogida y acompañar a
estas personas excluidas en los ámbitos que correspondan». (DA 402)
Para generar esperanza en medio de
tantas dificultades tendremos que corregir y ajustar muchas cosas, pero sobre
todo deberemos asumir actitudes de conversión de corazón, para obrar como el
buen samaritano de la parábola y así poder ser desde la caridad y justicia
practicada, los modelos sociales que nuestro tiempo necesita.
Un saludo cercano y hasta el próximo
domingo.
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas