DOMINGO XVII ( C )  (Lucas, 11, 1-13)   

La oración: “tratar de amor con Quien sabemos que nos ama”(Sta.Teresa)

 

- Suele ser habitual cada semana que, el mismo tema predominante que leemos en la 1ª Lectura del  A. T., se repita en el Evangelio.

- Y, en esa constante, la 1ª Lectura de hoy, nos ofrece la súplica humilde, confiada y perseverante  de Abrahán que termina conquistando el corazón de Dios. Y, al propio tiempo, Jesús, en el Evangelio, nos enseña el Padrenuestro, (modelo de oración) y nos invita: a ser perseverantes en la oración  y nos recuerda  que,  el fundamento de la oración es nuestra filiación divina.

-  Hoy, por tanto, es obligado hablar del tema de la oración. Son múltiples las posturas que se pueden adoptar frente a este tan fundamental tema de la oración, de tanta importancia para la vida del cristiano:

      a) Desde los que “pasan” del tema porque, eso de la oración, les suena a “música celestial” y ellos sólo creen, en lo que el hombre puede conseguir con su esfuerzo personal. (“¡Menos rogativas y más riego por aspersión”!)

      b) Hasta los que, fiados de las promesas de Cristo, la consideramos un tema de vital importancia para nuestra vida de cristianos.

 

- El gran Padre de la Iglesia San Agustín, tuvo el atrevimiento de decir que, “la oración era la omnipotencia del hombre y la debilidad de Dios”. Pero, hay que tener en cuenta, que existe una verdadera oración, que es, a la que Cristo y San Agustín se refieren; y otra, seudo-oración, propia de aquellos que conciben la oración, únicamente, como una especie de “fórmula mágica” por la que se consiguen cosas sin el natural esfuerzo personal. Y esta es una postura errada.

 

- A estos habría que recordarles que El hombre de Fe verdadera sabe que, en la consecución de sus objetivos, él ha de poner todos los medios, como si de él sólo dependiera el resultado. Pero, al mismo tiempo, ha de estar convencido de que, donde terminan sus fuerzas, puede actuar el poder de Dios y tratar de vivir aquella máxima de San Agustín; “Haz lo que puedas, y lo que no puedas, ¡pídeselo a Dios!”.      

 

- Otros, desvirtúan la naturaleza de la oración reduciéndola sólo a pedir, olvidando su aspecto esencial: La oración, fundamentalmente, es, un trato amoroso con Dios. Es verdad que, ayudaba poco a entender este aspecto amoroso de la oración, aquella definición que nos enseñaron en el Catecismo: “Orar es, levantar el corazón a Dios y pedirle mercedes Aclara más la esencia de la oración aquella definición que nos dejó Santa Teresa de Jesús: “Orar es tratar de amor con quien sabemos que nos ama”.                       ¸

 

- La verdadera oración debe ser, para una persona de Fe, como una necesidad, una  exigencia de su amor a Dios a Quien no ve, pero a Quien sí puede tratar y relacionarse con El. ¡Ésta es la esencia de la oración!      

 

Y es lógico que, de ese trato de la criatura, (llena de limitaciones e impotencias), con su Padre Dios, ¡que todo lo puede!, surjan también las peticiones.

 

- Consignar, finalmente, que Jesús, tanto en el Padre nuestro como en sus  últimas palabras del Evangelio de hoy: “Si vosotros siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos...¿cuánto más vuestro Padre del Cielo dará…..”(Lucas, 11, 13)

 

nos enseña claramente que, el fundamento del poder de la oración radica en nuestra  filiación divina: en…, ¡que somos hijos de Dios!

                                                                                                       Guillermo  Soto                                                                                                                                                                                                                                                                                   

 

 

 

   "Padre Nuestro que estás en el Cielo..."

  (Lucas, 11- 3)

   ¡Señor! ¿Cómo hubiéramos osado dirigirnos a Tí, llamándote Padre, si Tú no hubieras puesto esta oración en labios de tu Hijo?  ¡Gracias, Señor, por otorgarnos el título de hijos tuyos! ¡Que nunca dejemos en mal lugar el nombre de nuestro Padre Dios!

          

  ¡Feliz fin de semana y Día del Señor!

                                                         

                                                        Guillermo