DÉCIMO
OCTAVO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
(Año
Impar. Ciclo C)
Lecturas bíblicas:
Abrimos nuestra Biblia y buscamos:
a.- Ecle. 1, 2; 2,21-23: ¿Qué saca el hombre de todo su
trabajo?
b.- Col.3, 1-5.9-11: Buscad los bienes de arriba, donde está
Cristo.
c.- Lc.12, 13-21: Guardaos de toda codicia.
Esquema
1.- Invocación al Espíritu Santo para que sea ÉL quien ore
en nosotros: Ven Espíritu Santo llena los corazones de
tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía Señor tu Espíritu. Y
todas cosas serán creadas. Oh Dios que has iluminado los corazones de tus
fieles con la luz del Espíritu Santo haznos dóciles a tus inspiraciones para
que gustemos el bien y gocemos siempre de su consuelo. Por Jesucristo nuestro
Señor. Amén.
2.- Acto Penitencial: Pedimos
perdón al Señor, antes de escuchar su Palabra, de todo lo que nos ha impedido
orar durante esta semana. Perdón Señor….
3.- Oración colecta: Te
pedimos, Señor, que tu gracia continuamente nos preceda y acompañe, de manera
que estemos dispuestos a obrar siempre el bien. Por nuestro Señor Jesucristo.
4.- Lectio divina:
a.- ¿Qué dice el texto? Leemos el Evangelio del próximo
domingo.
c.- Lc. 12, 13-21: No acumular riqueza.
El
evangelio nos presenta la actitud de Jesús frente a las riquezas: la
verdadera riqueza del creyente, es el
Reino de Dios, y sus valores. No por seguir a Cristo, el hombre deja de preocuparse por los bienes de
la tierra, de ahí la importancia de
adoptar una actitud frente a ellos. Un hombre se presenta ante Jesús, y
le pide ser una especie de abogado, de
sus derechos, sobre una herencia con su hermano
mayor. Los derechos de herencia estaba regulado por la Ley de Moisés, la
sentencia al respecto tocaba a los
doctores de la Ley (cfr. Dt. 21,16-17). El hombre acude a Jesús, como doctor de la Ley, para ejerza
presión, con su autoridad, sobre su
hermanos mayor que no comparte la herencia. Jesús rechaza ser árbitro y juez, en los asuntos de los hombres. En ese sentido
obra como Moisés (cfr. Ex. 2,14). Jesús
tiene clara conciencia de su misión cimentada en la voluntad de Dios y
en la palabra profética, como lo
proclamó en la sinagoga de Nazaret: anunciar a los pobres el Evangelio, exhortar a la conversión a los
pecadores, ir en busca de los que estaban
perdidos, dar la vida en rescate de muchos, en definitiva, traer la vida
divina de comunión con Dios a la
humanidad (cfr. Lc.4, 16-22; 5,32; 19,10; Mc.10, 45; Jn.10,10). Le
enseña un principio fundamental: guardarse de toda clase de
codicia, porque aunque uno tenga bienes,
la vida no depende de ellos (v. 15). La vida no se compra, se tiene o no se tiene, tampoco se
vende, ni mucho menos, se asegura con el
dinero. La vida, es un don maravilloso de Dios, por lo tanto, quien tiene
como base de su existir, los bienes
materiales, en el fondo, es una persona vacía, pobre en humanidad y ante Dios carente de sentido,
sus existir. En las palabras de Jesús
encontramos dos imperativos, tener cuidado y evitar la codicia. Nadie
debe hacer que su vida dependa de las
riquezas, sino de Dios Padre, puesto que el dinero hará que los hermanos compitan entre ellos por la
herencia y se alejen de su Creador; la
codicia es considerada como una idolatría (cfr. Ef.5, 5). El rico de la
parábola, define su vida como disfrutar
al máximo: comer, beber y pasarlo bien, vivir es disponer de una vida larga; para muchos años
es asegurar la vida: ahora descansa.
¿Cómo alcanzar este ideal de vida? Almacenará en sus nuevos graneros la
cosecha. Pensamiento conocido para el
hombre del AT., (cfr. Ecl.8, 15). Su proyecto flaquea desde el momento que se considera dueño y señor de su vida, dialoga consigo mismo, hasta que Dios interviene; es
insensato desde el comienzo, por no dialogar
con los hombres y con Dios, no le interesan, en el fondo niega a ambos
(cfr. Sal.14,1). No se critica su
laboriosidad, diseñar su futuro, recoger su abundante cosecha, conservar lo producido. Lo que se
pone en tela de juicio que todo es sólo
para él, lo que vemos en sus expresiones, mis graneros, mi trigo y mis
bienes (v.18); en sus pensamientos no
hay nadie más que él. Es la muerte, quien le
enseña al rico, que la vida no se asegura con los bienes y las
posesiones: esa misma noche, le
reclamarán el alma. Se creía dueño de su futuro, hasta que cuando se le exige la vida, percibe su
pobreza y vaciedad ante Dios (v. 20). Bien
poco, le valió su mirada de futuro. Todo lo acumulado ¿de quién será?,
es decir, no lo aprovecha, tiene que
dejarla en manos de otros que no han trabajado esa herencia. Sólo quien acumula tesoros que Dios
reconoce como tales, sacará provechos en
esta vida y en la eternidad (cfr. Sal. 39,7). Quien busca asegurar la vida, la pierde, la conserva sólo quien la
entrega a Dios y a su voluntad. Mientras la
riqueza de la tierra, mata al hombre sobre sí mismo, otra riqueza lo
abre al misterio de Dios y de sí mismo,
abierto al Evangelio de la gracia y del amor divino manifestado en Cristo Jesús y su Reino del
que lo hace partícipe. Por otra parte, el
evangelista quiere resaltar, como todo don de Dios en la vida del
creyente, es don también para el
prójimo; toda verdadera riqueza, es para ponerla al servicio de los demás, así se tenga mucho o poco. Ese hombre
ha comprendido que su verdadera riqueza
es la fe, y todo cuanto tiene, adquiere un nuevo valor, respecto de los valores y bienes del Reino. Repartir es la palabra
que atraviesa toda la parábola, sin
embargo, así como el hermano no quiso repartir la herencia, como tampoco
el rico, Jesús quiere que lo hagamos
nosotros, como fruto de nuestra adhesión a su
persona y evangelio.
b.- Meditación. ¿Qué
me dice? ¿Qué palabra o hecho de este
evangelio me habla al corazón? Escoge tu texto o versículo y da razón de tu
elección.
-
“Guardaos de toda codicia” (Lc.12, 15). La codicia cierra el corazón al
compartir de ahí la queja del hombre.
-
“Necio, esta noche te reclamarán el alma” (Lc.12, 20). La muerte y el juicio
están a la puerta.
- “Así
es quien no atesora para Dios” (Lc.12, 21). La codicia puede apartar de Dios en
forma definitiva.
- Otros testimonios…
c.- Oración. ¿Qué le digo al Señor Jesús a propósito de
este texto? Escoge una palabra con la que inicias tu oración personal.
- “Éstas,
(las riquezas), no le garantizan la vida” (v.15). Señor Jesús, líbrame de la
codicia, abre mi corazón para ser generoso. Te lo pido Señor.
- “Esta
noche te reclamaran el alma” (v.20). Ayúdanos Señor a estar preparados cuanto
vengas por cada uno de nosotros. Te lo pedimos Señor.
- “Así
es el que atesora riquezas para sí y no enriquece en orden a Dios” (v.21). Que
los tesoros acumulados, en esta vida, sean fruto de tu infinita bondad. Te lo
pido Señor.
- Otras oraciones…
d.- Contemplación y acción. ¿A qué me compromete este
evangelio?
Compromiso. Buscar lo bienes del Cielo.
5.- Relectura bíblica que hace S. Teresa de Jesús.
S. Teresa
de Jesús, ve en la Humanidad de Jesucristo, el mayor don que nos pudo hacer el Padre, porque es Dios entre
nosotros, es decir, es carne nuestra. Por lo
mismo, la Eucaristía nunca la habríamos podido tener ni conocer, si el Verbo, la segunda Persona de la Trinidad, no se hubiera hecho hombre. “Su Majestad nos
le dio como he dicho este mantenimiento
y maná de la humanidad; que le hallamos
como queremos, y que si no es por nuestra culpa, no moriremos de hambre;
que de todas cuantas maneras quisiere
comer el alma, hallará en el Santísimo
Sacramento sabor y consolación. No hay necesidad ni trabajo ni
persecución que no sea fácil de pasar si
comenzamos a gustar de los suyos.” (Camino de perfección 34,2).
6.- Alabanza y Adoración. Te alabamos Señor.
- Te
alabamos Padre, por darnos la vida verdadera en tu Hijo, el predilecto. Te
alabamos Señor.
- Te
alabamos Padre, por permitirnos acumular tesoros en el cielo con las buenas
obras, que tu gracia y amor, nos permite realizar. Te alabamos Señor.
Te alabamos
Padre, por tu Iglesia que nos enseña a compartir con los más necesitados lo
mucho o poco que tengamos, te alabamos Señor.
- Otras alabanzas…
7.- Preces: Oramos Padre… Te rogamos óyenos.
- Te
presentamos Padre, la Iglesia y el Papa, los obispos y sacerdotes, consagrados y laicos para que aprenda a
reconocer que los pobres son la verdadera riqueza de la Iglesia. Te rogamos
óyenos.
- Te
presentamos Padre, a los poseen muchos bienes para que aprendan a compartir con
los que no poseen nada. Te rogamos óyenos.
- Te
presentamos Padre, nuestros méritos para que los valores en la medida de tu
inmensa bondad y sean nuestro tesoro en el cielo. Te rogamos óyenos.
- Te
presentamos Padre, a todos los agonizantes para que se presenten a ti
purificados de sus pecados, y sus buenas obras, les ayuden a la hora de ser
juzgados. Te rogamos óyenos.
- Otras preces…
8.- Padre Nuestro
9.- Abrazo de la paz
10.- Bendición final.
“Buscad leyendo y hallaréis meditando; llamad orando y
abriros contemplando” (S. Juan de la Cruz). www.carmelitasvina.cl
P. Julio González C.
Pastoral de Espiritualidad Carmelitana.