Domingo XVIII del Tiempo Ordinario. Ciclo C

RAICES

Padre Pedrojosé Ynaraja

Nota Los mensajes homilía que a vosotros, mis queridos jóvenes lectores, os dirigiré este mes de agosto, serán, como se decía antiguamente, telegráficos.

1.- En estas latitudes, el mes de agosto es mes de vacaciones. Para muchos vacaciones, para otros, entre los que yo me encuentro, más trabajo, pues, supone dedicarse, además del que es propio, a suplencias necesarias. Observaréis que el texto de la primera lectura de este domingo dice: vanidad de vanidades, todo es vanidad. El autor revelado se expresa así a sus primeros lectores, que consideran que la vanidad es cosa mala. Pero ya me diréis vosotros si en este mundo en que nos toca vivir, la vanidad es considerada cosa mala.

2.- Los concursos de belleza, a los que sólo escogidos pueden presentarse, son concursos de vanidad. Las alfombras rojas y las poses estudiadas ante el correspondiente photocall no son otra cosa que vanidad de vanidades.

Y la vanidad es un pecado capital. Esta expresión ha desaparecido ahora hasta de las catequesis. Nos costaba entenderlo a nosotros a los que se nos exigía aprenderlos de memoria. Se les llama capitales porque, a semejanza de la cabeza, a la que se le atribuyen las raíces de todo lo que el hombre hace, de estas inclinaciones, que no son otra cosa los pecados capitales, que uno puede dejarse llevar por ellos, o mantenerlos a raya, se derivan las acciones o actitudes malas.

3.- Tradicionalmente, y el Catecismo de la Iglesia Católica los conserva, sin que por ello sean dogmas, se dice que los pecados capitales son lujuria, ira, soberbia, envidia, avaricia, pereza, gula.

4.- Pero hoy nuestra cultura, estos nombres los ha traducido de tal manera que suenan a virtudes. En vez de lujuria, se le llama sexy, y es un atractivo personal. En vez de ira, ser impulsivo, y nos deja indiferente. En vez de soberbia, gran emprendedor ambicioso y ¿Quién no debe serlo? En vez de envidia, competencia ¡pobres de nosotros si no deseamos sobresalir respecto a los demás! En vez de avaricia, acumular patrimonio que asegure cualquier contingencia. En vez de pereza decimos que alguien sabe “dejar para mañana, lo que pudiera hacer hoy”, que nadie sabe cómo evolucionarán los valores y cambiarán los precios. En vez de gula, ser destacado sibarita, o experto sumiller, etc. (no me complace totalmente la traducción que os he ofrecido)

Os he dicho que redactaría rápido, no que acertaría en las expresiones. La lista de pecados capitales es tradicional, mi traducción tal vez precipitada. Vosotros mismos podéis corregirla.

5.- Lo que os aseguro es que cambian las modas, las técnicas y muchas costumbres, pero los pecados capitales, con uno u otro nombre, son siempre los mismos.

No es pecado ser ambicioso, el pecado está en obrar ambiciosamente. Y así con los demás.

Es curioso, o más bien lamentable, que a Dios se le arrincona con frecuencia, pero que en situaciones molestas, se pretende que colabore, para que consigamos nuestros deseos.

6.- El Señor nos ha puesto en este mundo para que en él nos movamos y trabajemos. Debemos apañarnos a jugar el juego de la vida en libertad y responsabilidad y, si sale mal, atenernos a las consecuencias. Si sois estudiantes, debéis estudiar, si habéis sido holgazanes, ateneos a las consecuencias el día del examen. Lo que os digo no supone que no podáis pedir a Dios, que facilite vuestro estado de ánimo u os sintáis bien de salud en el momento de la prueba.