VIGÉSIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

                                       (Año Impar. Ciclo C)

Lecturas bíblicas:

Abrimos nuestra Biblia y buscamos:

a.- Jr. 38, 4-6.8-10: Me engendraste hombre de pleitos para todo el país.

b.- Hb. 12, 1-4: Corramos la carrera sin retirarnos.

c.- Lc.12, 49-53: No he venido a traer paz, sino división.

Esquema

1.- Invocación al Espíritu Santo para que sea ÉL quien ore en nosotros: Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía Señor tu Espíritu. Y todas cosas serán creadas. Oh Dios que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo haznos dóciles a tus inspiraciones para que gustemos el bien y gocemos siempre de su consuelo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

2.- Acto Penitencial: Pedimos perdón al Señor, antes de escuchar su Palabra, de todo lo que nos ha impedido orar durante esta semana. Perdón Señor….

3.- Oración colecta: Oh Dios, que has preparado bienes inefables para los que te aman, infunde tu amor en nuestros corazones, para que, amándote en todo y sobre todas las cosas consigamos alcanzar tus promesas, que superan todo deseo. Por nuestro Señor Jesucristo.

4.- Lectio divina:

a.- ¿Qué dice el texto? Leemos el Evangelio del próximo domingo.

- “He venido a arrojar un fuego sobre la tierra…” (Lc.12, 49).

Este evangelio, nos presenta a Jesús como portador del fuego divino del amor de  Dios. Cristo ha venido a traer fuego a la tierra, como Elías el profeta; Juan Bautista,  lo anuncia a Jesús como el bautizará con Espíritu y fuego (cfr. Eclo. 48, 1ss; Lc. 3,  16). La Escritura, nos señala que el fuego simboliza el poder de Dios que purifica,  santidad y trascendencia, que quema la impureza de los hombres, abaja la soberbia  del altivo, lo acrisola desde dentro. Por otra parte, el texto tiene como trasfondo,  todo el ambiente apocalíptico, donde el fuego es el medio de que producirá la  tribulación cósmica o signo de purificación de los malvados de la tierra (cfr. 2Pe. 3,  7-8. 12; Lc. 3, 17). Jesús aparece como portador del fuego divino, que purifica a  Israel, que separa el trigo de la paja, a los buenos de los perversos. Es entonces  cuando se comienza a valorar el evangelio en la propia existencia, porque ese fuego  de Cristo, su amor salvador condena lo malo o lo destruye, su fuego es Juicio sobre  el hombre y la realidad. Pero antes del Juicio final, Jesús advierte que debe pasar  por un bautismo de fuego, es más, el bautismo se identifica con el fuego, o sea  Jesús debe pasar por el fuego. Este fuego que trae Jesús, no es que venga desde  fuera, al contrario, es su propia vida, su pasión, el sufrimiento de su pasión, muerte  y resurrección. Podemos identificar su bautismo, con su muerte redentora. Es la  agonía de Getsemaní, que ya envía sus mensajes, el dolor del Calvario, es el  espacio que destruye y purifica, que une y crea todo de nuevo: en la Cruz esta la  fuerza renovadora de la salvación. El fuego de Jesús, es su camino de compromiso,  con el dolor de la pasión y el Calvario, pero además, su compromiso con la vida,  por medio de la Pascua de Resurrección. Es desde la cruz, que Jesús se elevará al  cielo, mientras ahora,  está camino de a Jerusalén, donde le aguarda la gloria que  seguirá a su muerte.

- “Creéis que estoy aquí para poner paz en la tierra?” (Lc.12, 51).

El Mesías es anunciado, como Príncipe de la paz; su  nacimiento trae la paz a los hombres (cfr. Is.9,5s; Zac. 9,10; Lc.2,14; Ef. 2,14ss).  Esta es la verdadera paz que ha traído Jesucristo al mundo, unión de los dispersos,  justicia auténtica, concordia entre los hombres. La paz es unidad, orden, unidad,  pero antes que se inicie dicho tiempo, reina la discordia, carencia de paz, división.  Jesús es causa de división, piedra de tropiezo, signo de contradicción, cusa de caída  y elevación (cfr. Miq. 7,6s; Lc. 2,34). Delante de Jesús, no hay espacio para la indiferencia, sino para dar una respuesta. El comenzó este caminar hacia Dios, su bautismo, como el nuestro  es sufrir la pasión. De ahí que la participación en el Reino de Dios, está hecho de una paz, que se construye trabajando por los valores del Reino: la justicia, la paz, la verdad y el amor. La opción por Cristo, por tanto, es compromiso con la realidad del dolor, con el amor como salud del alma de todos los hombres. Hay que contar siempre con el odio del mundo, que es enemigo de Dios. Más que los lazos de la sangre, son los vínculos de la fe los que cuentan a la hora de servir los intereses del Reino de Dios.  Todo es signo que estamos en los tiempos  finales  de la historia de la salvación. 

b.-  Meditación. ¿Qué me dice?  ¿Qué palabra o hecho de este evangelio me habla al corazón? Escoge tu texto o versículo y da razón de tu elección.

- “He venido a arrojar fuego” (v.49). Ese fuego es el amor de Dios que conlleva la opción por ÉL, ingresar en su Reino y trabajar por él.

- “¿Creéis que he venido a traer paz…?”  (v. 51). Jesús trae la paz a las mentes y a los corazones de quienes lo aceptan en su vida. Si alguien lo rechaza, esos bienes no llegarán a él.

- Otros testimonios…

c.- Oración. ¿Qué le digo al Señor Jesús a propósito de este texto? Escoge una palabra con la que inicias tu oración personal.

- “He venido a traer fuego…” (v.49). Señor Jesús, que nunca nos falte el fuego de tu amor en nuestras vidas, aunque sabemos, eso traerá sufrimientos y trabajos por el Reino de Dios. Te lo pedimos Señor.

- “Con un bautismo tengo que ser bautizado…” (v.50). Señor Jesús, que podamos vivir la mística bautismal, tu misterio pascual, día a día. Te lo pido Señor.  

- “¿Creéis que he venido a traer paz? “(v.51). Señor Jesús, que tu paz la podamos conservar en el corazón, en la mente y la voluntad de compartirla con el prójimo. Te lo pedimos Señor.

- Otras oraciones…

d.- Contemplación y acción. ¿A qué me compromete este evangelio?

Compromiso. Orar por la paz y trabajar por ella.

5.- Relectura bíblica que hace S. Teresa de Jesús.

Ella se dejó quemar por dentro por la acción del Espíritu Santo para  edificar a la mujer nueva que conocemos. “Este fuego, que parece viene de arriba, de verdadero amor de Dios…consume el hombre viejo de faltas” (Libro de la Vida 39,23).

6.- Alabanza y Adoración. Te alabamos Señor.

- Te alabamos Padre, por darnos en tu Hijo, el fuego de tu Espíritu Santo. Te alabamos Señor.

- Te alabamos Padre, darnos la familia cristiana, como iglesia doméstica. Te alabamos Señor.

- Te alabamos Padre, desde todos los que optan por el Reino, te alabamos Señor.

- Otras alabanzas…

7.- Preces: Oramos Padre… Te rogamos óyenos.

- Te presentamos Padre, la Iglesia, el Papa Francisco, y su lucha por la justicia y la paz. Te rogamos óyenos.

- Te presentamos Padre, los cristianos que son perseguidos por el Nombre de Jesús para que mantengan su opción por  el Reino de Dios con el fuego del Espíritu. Te rogamos óyenos.

- Te presentamos Padre, los enfermos, los que dudan de su fe, por los que no tienen trabajo y sus familias. Te rogamos óyenos.

- Te presentamos Padre, las familias cristianas y las que no tienen fe, para lo humano y cristiano les ayude a construir personas valiosas para la sociedad. Te rogamos óyenos.  

- Otras preces…

8.- Padre Nuestro

9.- Abrazo de la paz

10.- Bendición final.

“Buscad leyendo y hallaréis meditando; llamad orando y abriros contemplando” (S. Juan de la Cruz).  www.carmelitasvina.cl

P. Julio González C.

Pastoral de Espiritualidad Carmelitana.