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O M I N G O XXIII ( C ) (Lucas 14, 25-33)
¡Señor! Que nada, ni nadie suplante tu absoluta primacía en mi vida. |
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Parece como si el Señor, en el Evangelio de hoy, lo que quisiera dejarnos claro
es,
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Es una clara llamada de atención para tantos cristianos que no se han
percatado de que el seguimiento del Señor es exigente y no puede estar
supeditado a componendas o contemporizaciones:
- No podemos reducir este seguimiento, a niveles
mínimos de exigencias.
- Porque este seguimiento supone, nada más ni nada
menos, que la llamada a la santidad y eso conlleva todo
un cúmulo de virtudes, que hemos de vivir, en ocasiones, hasta en grado heroico.
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Le escuché en una ocasión a un Obispo decir, (refiriéndose al proceso de conversión que practicaban los primeros
cristianos) que: "antes se
bautizaba a los convertidos y ahora tenemos que convertir a los
bautizados". Y es una
realidad .que constatamos: ¡Son tantos los bautizados que viven de
espaldas a los compromisos de su Bautismo!
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Lo que hoy nos evoca el Señor es, que
el amor a Dios de sus seguidores, no puede estar supeditado, ni siquiera a los
amores legítimos de la tierra. ¡Que Dios es Dios! , nos recordaba
Calderón de
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Sería un error pensar que, este amor incondicional a Dios sólo fuera patrimonio
de determinadas personas que han recibido una especial llamada de entrega como,
los Sacerdotes o los Religiosos y que no afecta al común de cristianos. Es
verdad que a estas vocaciones corresponde una especial entrega. Pero, a todos
los cristianos se nos exige,“Amar a Dios
sobre todas as cosas”, porque
este Amor no puede estar supeditado a nada ni a nadie.
En la segunda parte del Evangelio, el
Señor ilustra con dos ejemplos: al que va a construir una torre, y al rey que
prepara una batalla, acentuándonos la necesidad de ser previsores y prudentes
para garantizar nuestra fidelidad.
Y, conectando con la primera parte del
Evangelio, nos señala cuales son esas previsiones que nos garantizan su seguimiento.
- Que nunca supeditemos
el amor a Dios a los intereses y amores de la tierra. (Él, nunca debe ser, “plato de segunda mesa”).
- Y que no olvidemos que, los proyectos sobrenaturales,
como es el seguimiento del Señor, ¡no podemos llevarlos a cabo con nuestras
solas fuerzas! Necesitamos ineludiblemente de