XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO C

LA FE INCORPORADA A LA PERSONA  

Padre Pedrojosé Ynaraja


1.- Unida, no pegada, como decía hace un tiempo la propaganda de un adhesivo de uso doméstico. Uno puede tener el pelo rubio o moreno, los ojos azules o marrones, estatura alta o baja, tales características le serán muy propias, pero no íntimas y esenciales a su ser personal. En el terreno espiritual será espontaneo o rencoroso, comunicativo o reservado, espabilado o torpe. En el anímico fervoroso y piadoso, o perverso y ateo. Aquí toca situarse.

2.- Del mismo modo que se pueden sacar de la corteza terrestre muchos minerales, pero de su interior central nada podría eliminarse, así también debe ser la Fe. Nadie ha llegado al núcleo de la tierra, pero todos nos sentimos atraídos íntimamente por él (la llamada gravedad). Sepámoslo o no. Algo así es la Fe. Así debe ser la Fe. Incorporada y tiñendo, modificando, históricamente nuestra existencia. Tal es el motivo por el que estamos divinizados, conscientes o no, como el mismo Pablo confiesa de sí mismo.

3.- El episodio del Sinaí es un ejemplo de la relación personal que puede ser la que hay entre el ser humano y Dios. En matemáticas, ya que a veces se debería jugar con cantidades de enorme tamaño, se acude a unas cuantías más simples, relacionadas y dependientes, y se opera con los llamados logaritmos. En cualquier momento uno puede ser consciente de que aquella cantidad no es la auténtica, que puede vislumbrarla y conocerla si es preciso. En mis tiempos, los alumnos de bachillerato, debíamos poseer, además del libro de texto, las “Tablas de logaritmos de Sánchez Ramos”, complicadísimas de usar y que hoy, vosotros, mis queridos jóvenes lectores, ignoráis, porque con una calculadora podéis operar con facilidad. Tiempos eran tiempos y la religiosidad humana era tal como le era posible vivirla al fiel de su contemporaneidad.

4.- De acuerdo con esta su realidad histórica, Dios se comunica con el hombre. Dios, en el relato de la primera lectura, conversa con Moisés de manera sencilla. Acudiendo a mis antiguos recuerdos de estudiante de bachillerato, me atrevería a deciros que consideréis que la oración del caudillo hebreo y la manifestación a escala diminuta del Señor, son logaritmos religiosos de una experiencia mística. Ninguna de las dos Teresas, la de Ávila y la de Lisieux, rechazarían el texto del Éxodo, pero dirían que sus encuentros con Dios eran muy diferentes y hablarían, en todo caso, de sublimidad, maravilla y misterio.

5.- Moisés, protagonista de la primera lectura de la misa de este domingo, Pablo de la segunda. Que cada uno se pregunte cómo es su relación con Dios. Que la adoración o su ausencia, es más importante que la pureza o degradación del medio ambiente, cosa que tanto preocupa y que yo no me atreverá a negar su importancia.

6.- Cambio de tercio. El relato evangélico, la parábola del hijo pródigo, os lo he dicho y repetido cada vez que debo enviaros el mensaje-homilía de este domingo, es, seguramente, la narración más preciosa de la literatura antigua del Medio Oriente. La llamamos del hijo pródigo y no es un disparate, pero no es lo propio.

El Señor, a cuenta del comportamiento del hijo que se fue de casa con el dinero, historieta muy común aun hoy en día y que seguramente no será la vuestra, puso el acento en los sentimientos y comportamiento del hijo mayor. Hombre recto, riguroso, exigente, orgulloso, en una palabra, envidioso.

Y aquí sí que nos toca a los que nos sentimos cristianos de toda la vida. Católicos practicantes. Seguros de nosotros mismos, pero alejados con frecuencia del comportamiento del Maestro, sin querer reconocerlo.

Es preciso, fijándonos en nosotros mismos, a la luz del Evangelio, hacer estricto examen de conciencia. Descubrimos siempre que conservamos en nuestro interior enraizada, germinando, a punto de crecer y florecer, contaminando, la envidia.

Acudid a un buen jardinero que con adecuado instrumento, os mejore (por si no me he expresado adecuadamente, os lo digo de otra manera: consultad a un maestro espiritual, recibid la absolución sacramental, no olvidéis nunca esto último).

Pienso que no es necesario que os desglose el contenido de la parábola, os creo dotados suficientemente para hacerlo, sin ningún comentario mío.

7.- Y ahora, anecdóticamente, os confío a vosotros, mis queridos jóvenes lectores, que en esta parábola aparece el algarrobo, en ningún otro lugar de la Biblia se menciona a este árbol, que conozco desde pequeño, la Ceratonia siliqua, llaman los botánicos. En mi niñez era chuchería que me compraban y que aun ahora, nostálgico y sin tener que pagarla, la saboreo siempre que puedo. Hasta hace pocos días, siempre afirmaba que era propio y exclusivo de la cuenca mediterránea y no es mentira del todo. Pero hoy debo reconocer, y copio textualmente a google, que “Otras especies de árboles neotropicales también reciben el nombre de algarrobo posiblemente por tener vainas coriáceas: Hymenaea courbaril L. en Colombia, Prosopis sp. en Argentina, Prosopis pallida en Perú, y Prosopis chilensis en Chile; las últimas pertenecen a la subfamilia de las mimosoídeas