XXVII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C
BARICENTRO
Padre Pedrojosé Ynaraja
1.- No ignoro que para los que vivimos por las tierras donde
yo mismo habito, el título que he puesto a este mensaje-homilía, mis queridos
jóvenes lectores, hace referencia a un gran centro comercial y que,
seguramente, por otros pagos puede pasar lo mismo. Evidentemente, nada de lo
que escriba se referirá a tal establecimiento, ni a nada que se le parezca. Me
place recordar la definición que aprendí en mis tiempos de estudiante de
bachillerato: baricentro es el centro de gravedad de un cuerpo. En física y en
tecnología es una realidad muy importante, por eso lo he elegido y de aquí que
os pueda decir: la Fe es el baricentro de la personalidad.
2.- Con frecuencia se tiene la idea de que la fe es un cúmulo
de verdades, principios o axiomas, que uno guarda en el disco duro de su
memoria cerebral. Considerada de tal modo, uno podría tener fe hoy y mañana
perderla, como se nos borra tantas veces la información que habíamos guardado
en un pendrive, sin ser conscientes del fenómeno o responsables de la perdida
de información en él grabada.
La Fe antropológicamente considerada, es un
conocimiento-adhesión-compromiso con Dios. Generalmente, a tal actitud la llamamos
fidelidad a Dios y no es erróneo tal proceder.
3.- Una buena parte del tiempo de preparación al sacerdocio
en los seminarios se dedica a desentrañar lo que supone ideológicamente la Fe,
dicho de otra manera, a aprender los vericuetos ideológicos que supone y que
está compartimentada en diferentes asignaturas y en consecuencia, su estudio
merece académica calificación. Para algunos, equivocadamente, sacar buenas
notas, era lo más importante de la carrera. No os extrañe, pues, que podáis
entrar en el despacho de alguien que ha forrado sus paredes de títulos y
diplomas eclesiásticos y que os confiese que es ateo, o como máximo agnóstico.
4.- La Fe cristiana es un don mistérica y gratuitamente
otorgado y simbólicamente conferido, para que se tenga constancia sensorial,
que eso pretenden los sacramentos. El primer momento de esta concesión es el
bautismal. Quien por él ha pasado, si quiere tener constancia visible de ello,
no debe solicitar un título o certificado. A tal documento se le llama fe de
Bautismo. Testimonio de Fe.
5.- La Fe es un don que enriquece, dignifica y compromete.
Sin estas palabras exactas es lo que recuerda San Pablo a Timoteo. Reconoce su
valor y le anima a vivir de acuerdo con la fortuna espiritual que tiene. La
imposición ritual de sus manos fue el símbolo externo de la riqueza que él le
otorgó, al hacerlo. No debe temer, pues, es preciso que su vida no sea pasiva
actitud, le recuerda con exigencia amable. Debe comprometerse y para mayor
claridad de lo que le está diciendo, le recuerda el testimonio que él mismo,
Pablo, le da. La gente acaudalada conserva su tesoro en la caja fuerte de un
banco. La Fe de Timoteo la conservará gracias al Espíritu Santo. Con esto acaba
el Apóstol, para que la mantenga segura y no la pierda. No lo olvidéis, mis
queridos jóvenes lectores. El telefonino, móvil o
celular, como queráis llamarlo, lo podéis guardar en el bolsillo. La Fe debéis
encomendar que os la proteja Dios.
6.- Abandono por un momento disquisiciones espirituales y
aterrizo en imágenes que eran muy expresivas para los primeros receptores y
para vosotros no lo serán. Se menciona el sicómoro, y seguramente desconoceréis
de qué se trata. No os extrañe, es un árbol abundante por tierras de Judea, su
fruto se parece al de la higuera, su hechura a una morera. La mostaza ya es
otro cantar. Me he preocupado un poco de estudiarlo y no he llegado a nada
seguro. Como tantas veces os digo, faltaban unos cuantos siglos para que
apareciera el naturalista Carl von Linneo, que acertadamente enseñó a clasificar
las plantas. En la Biblia aparece cinco veces, las cinco en textos evangélicos.
Tengo entendido que en el Talmud es mencionado una vez. No hay, pues, seguridad
de qué vegetal se trata. Creen más bien los autores que es una palabra
genérica, como lo pueda ser hierbajo, o yuyo.
7.- Vuelvo a los contenidos de los textos litúrgicos. Una
minúscula Fe plantada en un corazón sincero y honrado, puede hacer prodigios,
dice el Señor. Santos desprovistos de títulos universitarios, se han
distinguido por su saber discernir, acompañar, aconsejar, a reyes y letrados,
pienso ahora en el Cura de Ars, o en Pio de Pietrelcina, pero han sido muchos más. La Fe es como el
filamento de una antigua bombilla, o el Led de una actual. Su envoltorio puede
ser grande o pequeño. Pero la misión de la lámpara, la del hilo de wolframio o
el diodo luminiscente, es iluminar. Cuando vosotros, mis queridos jóvenes
lectores, o yo mismo, nos desvivimos por hacer el bien a cualquier hombre, no
hacemos otra cosa que cumplir con lo que habíamos sido diseñados, con ser
fieles al proyecto de Dios, al don recibido.
Si guardar una linterna bien guardada es una insensatez, ser
cristiano despreocupado del bien de los demás, un disparate.