DO M I N G O   XXVIII      ©   (Lucas 17, 11-19)

El poder de la obediencia: “mientras iban de camino quedaron curados”

 

- Cristo pasa entre Samaria y Galilea, camino de Jerusalén. En Samaria fue donde, en una ocasión, por aquello de la enemistad de judíos y samaritanos, no quisieron recibirlo, “porque se dirigía a Jerusalén”.

-  Al entrar en un pueblo, llamado Jenín, le salen al encuentro un grupo de leprosos judíos, entre los que hay un samaritano. Como tantas veces en la vida, la desgracia les había unido. Y, dice el Evangelio que, a voces, (porque la Ley no permitía a los leprosos acercarse a los demás), le gritaban:

                        “Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros”  

- Jesús los atiende y les manda ir a los Sacerdotes, como prescribía la Ley en el Libro del Levítico (14-2) “Y, mientras iban de camino, quedaron curados” No tuvieron que llegar hasta los Sacerdotes. Por el acto de confianza y obediencia a las palabras de Jesús, encuentran la curación.

 

La importancia de ser agradecidos.

 

-  Continúa el relato evangélico diciendo que, realizada la curación, uno de ellos, que resultó ser el samaritano, se volvió hacia donde venía Jesús y, alabando a Dios a gritos, se postró ante El para darle las gracias.

- ¡El agradecimiento es una actitud profundamente humana y noble!, y al Señor le llenó de complacencia aquella manifestación de agradecimiento.

            Dice San Agustín sobre el agradecimiento: “Que cosa mejor podemos traer en el corazón, pronunciar con la boca, escribir con la pluma, que estas palabras: “Gracias a Dios”. No hay cosa que se pueda decir con mayor brevedad, ni oír con mayor satisfacción, ni sentirse con mayor elevación, ni hacer con mayor utilidad”

-  Por eso, Jesús, al mismo tiempo que se alegra por aquel gesto, echó de menos la falta de agradecimiento de los otros nueve curados. Y es que, estos nueve, ¡como tantas veces nos ocurre a nosotros!, “fueron a su bola” y se olvidaron de la noble actitud del agradecimiento.

    ¡Qué llamada de atención para todos nosotros que, sólo nos acordamos de Dios en los apuros y en las necesidades, pero pocas veces nos acordamos de agradecer sus  continuos dones! ¡Toda la vida es un puro don de Dios!

    -  Camino nº 268.- (Cfr, página siguiente)

    -  Y San Pablo: “Dad en todo gracias a Dios, porque tal es su voluntad en Cristo  Jesús”   (1ª Tesalonicenses 5-18)          

                                                                                                     Guillermo Soto

 

(1)

Camino

268

Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al día. —Porque te da esto y lo otro. —Porque te han despreciado. —Porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes.

     Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es también Madre tuya. —Porque creó el Sol y la Luna y aquel animal y aquella otra planta. —Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso...

     Dale gracias por todo, porque todo es bueno.