ORACIÓN Y
JUSTICIA
Domingo
29 del Tiempo Ordinario. C
“Mientras Moisés tenía en alto las manos,
vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencia Amalec”. Este relato bíblico
nos presenta a Moisés orando en el monte por su pueblo, mientras Josué se
enfrenta en el llano a los amalecitas
(Éx 17,8-13).
Evidentemente se trata de subrayar la fe de
Moisés y su influencia ante Dios. Por otra parte, se anticipa ya la prsentación
de Josué como el futuro guía de su pueblo. Pero, sobre todo, se pone de relieve
el valor de la oración. La imagen de Moisés orando con los brazos en alto sería
toda una lección sobre la misericordia de Dios y la gratuidad de la
liberación.
El salmo responsorial responde al orante que
se pregunta de dónde le vendrá el auxilio: “El Señor te guarda de todo mal, él guarda
tu alma, el Señor guarda tus entradas y salidas ahora y por siempre (Sal 120,7-8).
San Pablo dice a Timoteo que la Sagrada Escritura
puede darle la sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la
salvación” (2 Tim 3,15).
LOS TRES PERSONAJES
También el evangelio subraya el valor de la
oración. Para reflejarlo de una forma fácilmente inteligible, Jesús lo expresa
en la parábola de la viuda y el juez injusto
(Lc 18,1-8). Los dos personajes encarnan dos tipos humanos de personas,
al tiempo que reflejan los atributos de Dios.
• La viuda era en Israel la imagen más
evidente de la pobreza y el desamparo. Se sabía por experiencia que una viuda
se veía sola y no tenía quien defendiera sus derechos ante la asamblea popular.
En este caso, se dice que sus derechos han sido ignorados y pisoteados repetidas
veces por los prepotentes.
• Por otro lado aparece el juez al que acude
la viuda reclamando justicia. La Biblia presenta varias veces a los jueces como
símbolos de la rectitud y del respeto que merecen tanto la ley como las
personas. Pero el texto presenta a este juez con unos rasgos que lo
descalifican ante nuestros ojos: “Ni temía a Dios ni le importaban los
hombres”.
• Este juez corrupto ignora a la viuda que le
suplica. Después de mucho insistir, esta logra que la escuche el juez, no por
responsabilidad profesional, sino para librarse de su insistencia. Por
contraposición, se anuncia que Dios escucha la oración de los que le suplican y
les hace justicia. Dios es justo y compasivo, misericordioso y fiel.
LA SÚPLICA Y EL JUICIO
La parábola del juez inicuo que ignora el
lamento de la pobre viuda nos lleva también a recordar el tono de su humilde
súplica:
• “Hazme justicia frente a mi adversario”. Hoy
muchas personas se sienten marginadas en la sociedad, en el puesto de trabajo y
aun en su propia familia.Tienen derecho a reclamar justica y atención a sus
derechos.
• “Hazme justicia frente a mi adversario”.
También la Iglesia, como comunidad tantas veces humillada, puede y debe
dirigirse a Dios. De hecho, habrá de implorar su misericordia y su justicia,
cuando muchos de sus hijos son perseguidos hasta la muerte.
• “Hazme justicia frente a mi adversario”. Muchas
personas y comunidades ven pisoteados sus derechos por la injusticia de los
poderosos. Pero Dios no es neutral. Pensar en el juicio de Dios es un motivo de
esperanza para los oprimidos, como escribió Benedicto XVI en su encíclica
“Salvados en esperanza”.
- Padre nuestro que estás en el cielo, que la
fe en tu poder y tu misericordia aliente siempre nuestra oración. Y que ésta nos
motive para anunciar el valor de la justicia y denunciar la injusticia que con
frecuencia aplasta a los más humildes de tus hijos. Amén.
José-Román Flecha Andrés