Domingo XXXII-C
VIOLENCIA Y PAZ-
Padre Pedrojosé Ynaraja
1.- Conozco a personas que no aguantan la lectura del Antiguo
Testamento. Las conozco y son amigas mías. Desde seglares que viven
sinceramente su responsabilidad cristiana, hasta honestos frailes franciscanos.
Me estoy refiriendo, evidentemente, a los llamados libros históricos, o a
textos semejantes. Tanta guerra y tanta matanza no puede quererlas Dios, dicen.
Claro que no, digo yo siempre. Pues ¿por qué están incluidos en la Biblia?
2.- Afirmamos que el Sagrado Texto, inspirado, que no
dictado, por Dios, está escrito para unos primeros receptores, con su propio
lenguaje y orientación, y perdura también para la posterioridad. Ahora bien,
los ulteriores lectores, que somos nosotros y los que nos seguirán, deberán
conocer las circunstancias, los criterios y las necesidades propias del momento
en que el libro se escribió, para descubrir que fue lo característico en aquel
tiempo y que verdades y criterios nos trasmitieron y nos son útiles todavía a
nosotros.
3.- La sensibilidad no siempre es la misma. Hace años, y el
ejemplo es auténtico, a la iglesia de los Carmelitas de Burgos, acudía un
verdugo de la población a rezar ante la imagen del Santo Cristo. Es lo que
explícitamente recuerdo me comentaba mi madre, que lo observaba impresionada,
sin atreverse a condenarle. La pena de muerte en aquellos tiempos y en aquel
territorio, era admitida, hoy le echarían de la iglesia de malos modos y a
empujones. Aquel hombre rezaba devotamente ante la imagen del Cristo
ajusticiado y, seguramente, su oración era sincera. Hoy la mayoría de fieles
cristianos estamos en contra de la pena capital, pero todavía no todos,
seguramente lo sabréis, mis queridos jóvenes lectores.
4.- También hace años, en uno de mis primeros viajes a Tierra
Santa, pude visitar una cárcel vacía, de tiempos de la ocupación británica.
Estaba al alcance de cualquier interesado que pagase la entrada. Permanecer un
rato en la sala de ejecución, recorrer el pasillo de la muerte y ver el
camastro donde trataría de dormir el prisionero que pasaba su última noche en
capilla, me impresionó enormemente y no se han borrado tales imágenes de mí
memoria. Ahora bien, se trataba del sentido de la justicia que tenía aquella
cultura europea. Además de herir mi sensibilidad, aprendí mucho respecto al
sentido de la historia que ha atormentado durante tantos siglos a aquel
territorio.
5.- Estoy seguro de que ninguno de vosotros estaríais a favor
de tal castigo, pero que, probablemente, vivís sumergidos en una cultura que,
por nociones políticas de poca monta y criterios salpicados de egoísmo, al
decir de sabios sociólogos y prestigiosos cristianos pensadores, está sembrado
nuestro ambiente, primero de antipatías y después de odios, acentuadas tantas
posiciones anómalas teóricas, mediante actos de terrorismo, o destrozos públicos.
En un terreno así, no puede crecer la Fe, prosperar la Esperanza, reinar la
Caridad. Cuentan que el huno Atila, por allí donde pasaba, dejaba el terreno
cubierto de sal, para que ningún cultivo posterior pudiera prosperar. Me temo
que ciertas conductas actuales pretendan algo semejante.
6.- En medio de tal persecución, me refiero ahora al contexto
de la primera lectura de la misa de hoy, florece el testimonio de esta ejemplar
familia, en la que se distingue y merece mayor honor, la madre de tan íntegros
hijos. Os recomendaría, mis queridos jóvenes lectores, que leyerais el episodio
entero, así conocierais la situación del pueblo judío perseguido fiel y ahogada
cualquier manifestación de su cultura propia, os enteraseis que no todo el
pueblo claudicó, que ellos, la familia ejemplar y otros, fueron fieles a la Ley
de Dios.
7.- Si la situación aquella era de persecución del pueblo
judío, la nuestra actual es en gran manera de destrucción del medio ambiente,
desprecio de la vida no nacida, abuso del alcohol y drogas, cuyo comercio
injusto se hace realidad criminal y ataque a la salud. Es lo que nos toca vivir
y hay que aceptarlo sin enojarse, dirían muchos, indiferentes al mal extendido
en el medio natural, a la corrupción de costumbres de los poderosos, al injusto
acopio de capitales, que impiden la prosperidad de los pobres.
8.- Pero todos no. No hace falta ser potentado rico
dirigente, para sublevarse ante tanta imprudente barbarie. Puede aparecer una joven estudiante nórdicas y mostrar su desacuerdo con valiente
desparpajo. Me estoy refiriendo, como ya habréis adivinado a Greta Thunberg. Tal vez su testimonio se refiera un día como
modelo a admirar e imitar. De la eficacia de su gesto no debemos preocuparnos
demasiado, como dice el refrán: nunca se sabe el bien que uno hace, cuando hace
el bien.
9.- Respecto al episodio al que se refiere la lectura del
evangelio del presente domingo, en primer lugar no os parezca estrambótica la
argucia de los saduceos. La legislación antigua obedecía a la necesidad de conservar
el patrimonio espiritual recibido desde antiguo. Los matrimonios mixtos eran un
gran peligro en tal aspecto. Algo debe quedar de aquellas normas, pues,
no hace muchos años, pudimos ver una película que se centraba en tal personal
situación. Una joven casada perdió al marido y, de acuerdo con la Ley, debía
matrimoniar con el hermano del difunto, un niño que de ninguna manera quería
casarse con la que le multiplicaba en edad. Y la viuda, evidentemente, tampoco
quería esperar a casarse cuando le tocase de acuerdo con tal costumbre, que
entonces, llegada la hora, ya sería apergaminada vieja. El film era encantador
y centraba históricamente el argumento, en los inicios del siglo XX. Quien la
realizó y quienes de la cultura hebrea la vieron y no protestaron, debían
conocer y creer que todavía estaba vigente tal regla. El título de la película
es. Te amo Rosa o tal vez Rosa, te amo, no recuerdo bien.
10.- Legítimamente cualquiera de vosotros puede preguntarse,
si yo me casase varias veces, como en algún caso ocurre, estuviera enamorado de
cada una de mis esposas durante el tiempo de convivencia con cada una, llegado
al Cielo, ¿mi felicidad sería poligámica? El amor,
todo legítimo amor, atraviesa la barrear de la muerte y se adentra en la
eternidad. Ahora bien, el amor humano, su maravilloso cogollo esencial, está
cubierto de condicionamientos que el espacio/tiempo impone. Llegada la
situación de eternidad, sin desaparecer tal fundamental virtud, perdidas
ciertas circunstancias, por ejemplo, la fecundidad expresada en hijos
engendrados, no se conservaría, sin por ello quedar destruido el amor.
11.- No somos, como otras religiosidades afirman, gotas de
agua anónimas que van a parar al mar, perdiendo su identidad personal. No es
momento este de tratar de explicar tal cambio, pienso siempre y para mi
provecho y orientación, que en el episodio de la Trasfiguración podemos
encontrar alguna respuesta. Se encontraron con Jesús, sumergido en aquel
espacio/tiempo de la Alta Galilea y primer siglo de nuestra era en que se
encontraba, en correspondida conversación con Moisés y Elías, que existían sin
estar aprisionados por el espacio/tiempo, que eran capaces de dialogar, de
intercambiar impresiones y proyectos, de compartir.
Amor matrimonial, familiar, sí, amical, también. Envueltos en
la Caridad, sublime amor. Dicho de otra manera, y no me tachéis de aberrante
imaginación, espero que nos encontremos en la eternidad feliz, mis queridos
jóvenes lectores, aunque ya no seáis lectores.