XXXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO C

HOLGAZANERÍA NO, ESPERANZA SÍ
Padre Pedrojosé Ynaraja


1.- Probablemente el original de Pablo no estará redactado en el tono irónico que rezuma una frase de la segunda lectura de la misa de hoy. Dice el Apóstol: “algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada”. Os he advertido respecto al estilo, porque he consultado otras traducciones, sin tener tiempo de acudir a un texto interlineal. Tiene gracia su humor, estar ocupado en no hacer nada, ¡anda ya! Aunque físicamente sea imposible esta vivencia, o lo uno, ocupado, o lo otro, no hacer nada. Os lo he vuelto a repetir, mis queridos jóvenes lectores, porque he notado a veces que esta era la realidad de algunos con los que me tocaba tratar.

2.- Trabajar de una manera u otra es una manera de ganarse decentemente la vida, complementando tal ocupación, con la labor por el Reino de los Cielos, comer, dormir, rezar y divertirse. Así debe ser la ocupación de la jornada. Ahora bien, la situación en la que vivimos muchos, permite acogerse al subsidio de paro, esperar, sin demasiada insistencia, obtener una beca, que permitirá pasar una temporada a costa de ella, sin demasiado empeño, preocupado únicamente de que le den un diploma, que le permitirá sentirse digno concursante de otra más, y así se va viviendo, que quien día pasa, año empuja, dice un refrán catalán.

3.- El sentido del deber, del honor y la fidelidad al encargo de Dios, al poner al hombre en el mundo, implica “arañar la tierra” para que de tal esfuerzo, la semilla, germine y crezca. Y que cada uno entienda como le toca cavar. A los que nos toca tratar con personas, muchas de ellas jóvenes, nos es difícil, cuando alguien acude solicitando ayuda y quejándose de su situación, dándose enseguida uno cuenta de que si viene es porque no se le cobrará la visita y decirlo a los demás, creerá ser buena excusa para continuar en lo mismo, pero con ello demostrar que se toma la vida en serio. Ahora bien, su existencia es a salto de mata, de una a otra manera, sabiendo encontrar razones muy razonables, para no aceptar ocupaciones que le permitirían vivir decentemente. Cuesta mucho ser sincero consigo mismo, y no pretender engañar a los demás, creédmelo.

4.- Cuando viváis una época de crisis, someteos seriamente a un severo examen de conciencia diario. Creo recordar, que San Ignacio de Loyola decía a los suyos que si se encontraban en el trance de tener que escoger entre la oración y el examen, debían preferir el segundo. No lo olvidéis. Pienso que es más provechoso examinarse con radicalidad sincera, aceptando que tal labor pueda conducir a una depresión, que viviendo a costa de los demás, engañándose a sí mismo, yéndose a dormir sin haber obrado nada de provecho. Uno lo ve, los demás también, pero creedme, no he sido nunca capaz de decir a alguien, no vuelvas a mi casa, mientras seas un vago.

5.- San Pablo, que nombra en sus escritos a ciertas personas con nombres y apellidos y alude a su mal comportamiento a veces, de ninguno se atreve a decir que era un perezoso indolente inútil.  A él también le debía ocurrir algo semejante. Y no os dejéis tampoco engañar, mis queridos jóvenes lectores, por los que con aire revolucionario, cargados de teorías de tal género, que proclaman a diestro y siniestro, no son capaces de incorporarse a ninguna arriesgada acción. Es otra de las maneras de ir viviendo sin hacer nada, si le es posible permanecer en tierra extranjera, explicando siempre las injusticias que sufría y le han obligado a marcharse de la suya.

6.- El texto evangélico que nos ofrece la liturgia de hoy puede parecernos espeluznante, podemos pensar si no leemos con detenimiento y separando y espaciando las diferentes partes del discurso del Señor, que quiere Él meternos miedo en lo más interno de nuestro corazón, sin otro provecho que suframos. Observad bien. Las guerras, las desgracias colectivas, los episodios de hambruna y más detalles, no los dicta Jesús para que muertos de miedo no hagamos nada. Se sucederán con cierta periodicidad las erupciones de algunos volcanes, chocarán por intereses egoístas pueblos contra pueblos, existirán enfermedades incurables en los momentos que nos parecerán más inoportunos, que se repiten periódicamente una y otra vez, semejantes siempre, pero advierte el Maestro, mis queridos jóvenes lectores, que no debemos desanimarnos, que Él siempre está arrimado a nuestro lado, protegiéndonos, que nunca nos abandona.

7.- El templo de Jerusalén tenía una extensión muy grande. Aunque sus edificios los derribó el furor del ejército romano, el llano en que se asentaba el Santuario y los atrios se conserva todavía. La riqueza y esplendor se perdieron. Las del Templo y las de muchos edificios, sin que por ello llegara el final de los tiempos.

Nos pueden haber traicionado las personas, hasta los amigos y los de la parentela, próxima o lejana. El Señor no nos ha abandonado. Lo importante es que cada día, llegado el final de la jornada, nos examinemos y si reconocemos que algo bueno a favor o provecho de los demás hemos sido capaces de hacer, nos entreguemos a un satisfactorio sueño. Si de otro modo ha ocurrido, diseñemos algo bueno para practicar al día siguiente, algo pequeño, pero concreto, que un paso al frente, es el inicio de un gran cambio.