JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO, CICLO C

Padre Pedrojosé Ynaraja


1.- Os confieso, mis queridos jóvenes lectores, que tal calificativo no me hace ninguna gracia. Llamarle e invocarle Hijo del Padre, Esposo de la Iglesia, Hermano mayor nuestro, Señor, Maestro, sí que me entusiasma. Y como tal calificativo no forma parte del dogma cristiano, nadie se atreverá a condenarme. Y que conste que no sufro trauma síquico alguno, que mi circunstancial trato con algún príncipe o princesa, marqués, conde o vizconde, lo más parecido a rey que uno puede imaginar, han sido siempre satisfactorios. Jesús es mi Señor. Los vínculos del vasallo con respecto a su señor son de respeto, lealtad y amor. Y son tales virtudes las que pretendo cultivar y mantener siempre en mí.

2.- Christus vincit! Christus regnat! Christus imperat!”. (¡Cristo vence! ¡Cristo reina! ¡Cristo impera) multitud de veces he cantado este himno, y no me arrepiento, pero no se me ocurriría ahora enseñar a nadie tal melodía y texto. Os he confiado estas advertencias, con el deseo de que crezcan vuestros sinceros buenos sentimientos respecto a Él.

3.- Acaba el año litúrgico. Es hora de hacer cuentas. Examinar en primer lugar los dones recibidos, para a continuación considerar las respuestas positivas que a la bondad del Señor le hemos dado.

Más de una vez al día, entro a mi iglesita, doblo la rodilla y considero dentro de mí: es adoración. Beso el Sagrario, mientras le digo: Señor, Tú sabes que te amo. Me inclino y pongo mi frente suplicando ayuda.

Otros momentos, evidentemente, son explícitamente encuentros más importantes, la Plegaria Litúrgica de las Horas, o la celebración de la misa. Durante el resto de la jornada, ¡Dios mío! ¡cuánta indiferencia! Pero no deja de ser, también en estos intervalos, mi Señor, mi Maestro, a quien trato de serle fiel siempre, aun en las cosas más fútiles.

4.- Abandono las divagaciones espontaneas. Los textos de la misa de hoy son más importantes. No se me ocurre otra cosa, respecto a la primera lectura de este domingo, que corresponde al libro segundo de Samuel, que relacionarla con la actualidad histórica, al hoy y mañana inmediatos. El Pueblo Escogido, o de Israel, era único, como exclusivas son nuestras realidades continentales. Ahora bien, quienes ocupaban los territorios del norte, tierras fértiles, que eran granero de toda aquella parte del Creciente Fértil en la que vivían, se sentían separados y a ratos rivales, de los del sur. En los meridionales crecía el olivo, la parra y el granado, se asentaban, o se habían levantado, los principales templos de Yahvé. Si bien los profetas que Dios había suscitado podían germinar y crecer en ambos territorios, aun así, permanecía, existía siempre, cierta rivalidad entre ellos. No hay más que recordar el episodio de la vida de Amós (7,14).

Muerto Saúl, los del norte reconocen que es mejor vivir unidos. Si Dios había escogido a uno de los suyos y ahora el elegido era del sur, de Hebrón concretamente, tierra de Abraham padre de ambas comunidades, acuden ellos y reconocen su soberanía y si Samuel había ungido anteriormente a David (I S 16,13) le ungen ahora ellos, repitiendo el gesto que le acredita también como soberano suyo.

Y hay que reconocer que al Pueblo escogido le fue bien. Y a su sucesor Salomón también. Otra cosa era la corrupción y las ambiciones personales de Roboam y Jeroboam.

5.- La segunda lectura litúrgica es un precioso y denso himno que recoge Pablo y se lo recuerda a los de Coloso. No voy a pretender comentároslo, frase por frase, oración gramatical, tras oración, merecen un silencio meditativo. Que cada uno de vosotros, mis queridos jóvenes lectores, se entregue a ello. No hacen falta daros explicaciones.

6.- El evangelio es impresionante. Acordaos de que poco antes del episodio que se describe en el fragmento de la misa de hoy, el mismo Jesús, sin libertad, en poder del gobernador romano, torturado cruelmente e insultado por la plebe, que obedece al pérfido adoctrinamiento de los notables, aun así y por única vez, ha aceptado y reconocido que es rey. Ahora, sujeto cruelmente a los maderos y agonizante, es reconocido por escrito rey de los judíos y Él no se queja, son otros quien no quieren verlo ni en pintura.  Solo ahora. Tal es nuestro Rey.

Señor, acuérdate de mí, ahora que estás en tu Reino, le suplico insistentemente cuando estoy en Jerusalén, en el Calvario. De idéntica manera le ruego con humildad en cualquier otro momento.

Es la súplica que al acabar el año, con humildad y Fe, debemos dirigirle.