A D V I E N T O   I    ( A )  (Mateo, 24, 37-44)

“¡Estad en vela!” Aprendamos de María a estar en vela y a acoger a Jesús.

- Con motivo del Adviento, tiempo de preparación para la Navidad, el Evangelio de hoy, nos evoca la venida de dos acontecimientos:

            - La  venida del Diluvio, que sucedió en tiempos de Noé.

- Y, la última venida de Cristo, que se realizará, en poder y majestad,  al final de los tiempos. Pero, si observamos, ambas venidas tienen un elemento común: las dos llegan inesperadamente. Por eso, el Señor concluye:

        “Estad alerta, porque no sabéis el día que vendrá vuestro Señor”.

)Qué mensaje se nos quiere trasmitir con este Evangelio?

-  La Iglesia, haciéndose eco de las palabras de Cristo, quiere poner a nuestra consideración, en este tiempo de Adviento, en el que nos preparamos para la cíclica venida de Jesús en la Navidad, ¡la necesidad de vigilancia!

-  La verdadera intención de Cristo en este Evangelio es, ponernos en guardia para que, su última venida, no nos coja desprevenidos.

- Pero, no es menos cierto que,  entre esa venida de Jesús en la Navidad, que celebraremos, y la que se realizará con el final de nuestra vida, existen una serie de venidas, de visitas personales de Jesús, que no nos deben pasar desapercibidas. Así explica San Bernardo estas particulares venidas del Señor:

“Entre la primera venida del Señor (se refiere a la de Navidad) y su última venida, (la anunciada por Cristo al final de los tiempos), existen otras  venidas intermedias a la vida del cristiano, ocultas y espirituales, a tener en cuenta”. Y, para que no pensemos que esto es una simple ocurrencia suya, nos remite el Santo a estas palabras del propio Cristo: AEl que me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a fijar en el nuestra morada@.

-  Según estas palabras de Cristo, el que guarda su palabra, el  que hace  su voluntad, ¡merece esta  misteriosa venida de Dios a su alma!

-  Esta afirmación de Cristo nos lleva a concluir que, no tenemos un mejor camino para prepararnos a recibir a Cristo en esta Navidad que, poniendo especial empeño en hacer su voluntad.

-  Y, en consecuencia, este será también el mejor camino, la mejor manera de prepararnos para su última venida, para ese otro definitivo encuentro con El, que tendrá lugar al término de nuestra vida.

-  Por tanto, muy atentos para que, si el Señor viene y llama a nuestra puerta, tanto por esas múltiples formas que El tiene de visitarnos, con sus mociones y sus luces, como por su venida definitiva al final de nuestra vida, nos encuentre siempre, con “las lámparas encendidas” y bien dispuestos para acogerle.

                                                                                                    Guillermo Soto