III A
D V I E N T O (A) (Mateo,
11, 2-11)
“¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?” |
- En el proceso de conversión, al que nos invita el
Adviento, como preparación para
Se podrían
sintetizar estas enseñanzas en tres consideraciones:
1ª) Para “reconocer” a Dios: se necesita visión
sobrenatural.
- Llama la atención la embajada que Juan envía a Jesús
para preguntarle:
"¿Eres tú el que ha de venir, ó tenemos que esperar a
otro?"
Deja como entrever la pregunta que, aquellas maneras elegidas por Dios para venir a este
mundo, habían desconcertado al propio Precursor. Es como si a Juan, lo hubieran desconcertado:
- Que el dueño del universo, naciera como un
niño indefenso.
- Que
naciera en la desconocida Belén, y no lo hubiera hecho en Roma ó en Atenas, desde donde su
nacimiento habría tenido más repercusión
- Que
viviera 30 años desconocido en Nazaret, pueblo tan insignificante que hizo exclamar a alguno: ¿De Nazaret puede
salir algo bueno?
- Y es que, para descubrir a Dios y comprender sus
planes necesitamos, visión sobrenatural.
Con nuestros esquemas mentales y nuestra jerarquía de valores, en muchos
momentos, no podemos entenderlo: "Mis pensamientos no son vuestros
pensamiento, y mis caminos no son vuestros caminos"
2ª) Nos conocerán por nuestras obras,
- Resulta también significativo que, a la pregunta que
le hacen: “eres tú el Mesías”, Jesús no contestara directamente, sino remitiéndose a sus obras.
Nosotros que,
por nuestra vocación cristiana, estamos llamados por Dios a mostrar a Jesús.
¿No deberíamos aprender que, más que con las palabras, hemos de mostrar a Jesús
con nuestro testimonio y nuestro ejemplo?
¡Sólo así seremos creíbles! Lo
dijo El: “Por sus frutos los conoceréis”
3ª) El elogio de Juan Bautista.
- Finalmente, llama la atención el encendido elogio
que Jesús hace de Juan el Bautista.
“Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a
la gente sobre Juan”
a) El Señor pone especialmente de manifiesto su reciedumbre
y austeridad.
No
es Juan - dirá Jesús- ,” una caña que mueva cualquier viento”. ¡Y bien
que lo demostró!: Ni siquiera se doblegaría ante el todopoderoso Herodes, lo
que le costó la vida por ser fiel a su vocación.
Llevaría a
cabo su misión con una vida sobria y con gran firmeza en sus enseñanzas.
b) Pero el
elogio que hace de Juan, va más allá: llega a decir Jesús: “que no ha nacido de mujer un
hombre más grande que el” .
- Sin duda que gran parte de la razón, por la que mereció este elogio del
Señor fue, por su manera de vivir la virtud
de la humildad en su versión más genuina: tal como la definiría Santa Teresa “Andar
en verdad”:
¡A nosotros
nos cuesta mucho andar en verdad! Exageramos nuestras virtudes, buscamos
culpables fuera de nosotros en los fracasos, y en los éxitos, nos olvidamos de lo que debemos a Dios.
- Por el contrario, Juan Bautista es un clamoroso
ejemplo de la verdadera humildad y, algo muy a tener en cuenta: supo compaginar
su firme personalidad, (reconocida por el mismo Cristo), con su gran humildad,
no acaparando el protagonismo que correspondía a Jesús:
"Es necesario que El crezca y yo
diminuya".
- Así comenta San Juan Crisóstomo esa armonía entre la
personalidad de Juan el bautista y su humildad:
".......porque, ni le ablandaba favor alguno, ni le
hacía mella cualquier detracción; ni tampoco lo próspero le envanecía, ni se abatía en la
adversidad. No era pues Juan, una caña movida por el viento; nada le
desviaba de la rectitud de su vocación"
Guillermo Soto