III-adviento-A

JUAN BAUTISTA, EL AGUAFIESTAS


Padre Pedrojosé Ynaraja

1.- Os puede extrañar, mis queridos jóvenes lectores, que haya escrito este título a este mensaje homilía, pero no me negareis que estos días que de una manera u otra los cristianos estamos pensando en la ingenuidad ilusionada de Belén, sacar a relucir a Juan Bautista parece sea meter la pata.

Navidad es una fiesta que el calendario occidental sitúa en el día 25 de diciembre. Los orientales podríamos decir que también, pero como se rigen por otro calendario, cae una jornada diferente.

Aun que debamos tener en cuenta tal disparidad, quien gana en protagonismo es la tradición latina, con su árbol, el turrón, el panetone, los vinos selectos y los manjares caros. Tanto embalaje no deja ver la realidad que centra o debería centrar la atención del fiel cristiano.

2.- La liturgia hace lo que puede para que su mensaje cale muy adentro nuestro y la Navidad sea lo más sincera y provechosa posible. Y el gozo sea mayor. Decimos que celebramos. Tal concepto implica que interviene en el suceso la totalidad de nuestra personalidad.

 La corporeidad, sí, proponeos a disfrutar de manjares agradables. Escogedlos como si a vuestro lado tuvierais un vecino habitante del Tercer Mundo, que también debe disfrutar con lo que puede encontrar en su país.

3.- No olvidéis el nivel espiritual. Tal vez asistir a un concierto o, más modestamente, escuchar mediante TV, CD o DVD, alguna composición selecta, que hay muchas. O comprar y leer un libro ad hoc. O visionar algún film que se refiera con fidelidad y elegancia a los hechos religiosos que recordamos.

Como siempre, pero si cabe más en este día, no olvidéis que estamos dotados de un nivel anímico o trascendental, del que carecen totalmente vegetales y animales. A una planta le convine un buen riego y gozar de temperatura adecuada, no lo olvidéis, Esta culminación de nuestro ser debe interesarnos mucho más que cualquier otra cosa.

4.- Vosotros sabéis que cuando se envía cualquier trasto a los espacios exteriores, se fabrica con gran esmero la punta que deberá abrirse camino, será la parte que experimentará más el roce y sufrirá más altas temperaturas. Se puede perder algún panel o aflojarse algún tornillo, pero el deterioro del morro no puede sufrir ningún percance. Así como se dota su superficie de esmerado pulido y la materia con que está hecho se prepara para que las altas temperaturas no la destruyan, así nuestro nivel trascendental debe estos días ocuparnos detalladamente.

5.- El Adviento es tiempo sí de esperanza, pero no menos de conversión. Llevamos al taller nuestro vehículo para que lo revise el mecánico antes de emprender un importante viaje. Observamos como revisa los niveles, comprueba la presión de los neumáticos y si alguna bombilla está fundida, la cambia. Nos fiamos de él, pese a que nos haga perder tiempo y pagar factura. Juan el Bautista fue un buen mecánico de sí mismo. Recibió el elogio del Señor. Observémosle e imitémosle.

6.- Juan el Bautismo, el mayor entre los nacidos, no se distinguió por su simpatía, ni por facilidad de adaptarse a las circunstancias que le rodeaban. No fue un junco, fue un roble. Los juncos por mucho que proliferen en las orillas de riachuelos y lavajos, poca utilidad tienen.