D O M I N G O   V   ( A )  (Mateo, 15, 13-16)

 “Alumbre así vuestra luz a los hombres para que vean vuestras buenas obras”

-  Dos mensajes llaman la atención en las lecturas de este Domingo:

    1º)  El de la 1ª lectura: Es sorprendente ver al Profeta Isaías  predicando la práctica del “amor fraterno”, ¡cinco siglos antes de que Jesús la proclamara en su "mandamiento nuevo"!:

               "Parte tú pan ..... viste al que va denudo ......."

-  Dios, hablando a través de los Profetas, recordaba ya a los hombres que:

            -  Debían compartir lo que se tiene, con el que carece de lo elemental.

             -  Que no podían sentirse indiferentes a los problemas ajenos.

            -  Que debían sentirse identificados con las necesidades ajenas.

- Y es que, el “mandamiento nuevo” que después proclamaría Jesús, deja claro que no podemos sentirnos dueños absolutos  de los bienes que poseemos, (incluso legítimamente), porque, aunque están para servirnos de ellos, hemos de evitar que el egoísmo nos haga insensibles a las apremiantes necesidades de los demás. Nuestros bienes, en la medida de lo posible, han de ejercer también una  función social.

-  La Ley divina no va contra el derecho de propiedad pero, toda riqueza que no es compartida y se encierra en sí misma, no es auténticamente cristiana.

-  En la Ley de Dios no cabe el egoísmo del que se encierra en sí y no abre  su corazón, (y cuando sea preciso su cartera), a las necesidades de los demás.

  

 2º)  El 2º punto llamativo, del Evangelio:

- Hasta ahora, el Señor, sirviéndose de imágenes sencillas, se había proclamado como la Luz del mundo: Yo soy la Luz del mundo. Quien me sigue no anda en tinieblas”. (Juan 8-12,30), nos había dicho.

- Y el propio Juan Bautista, en el sublime Prólogo de su Evangelio, nos  corroborará esta enseñanza de Jesús con estas palabras: “Cristo es la Luz verdadera que alumbra a todo hombre” (J.1-9,11).

- ¡Pero hoy da un paso más!. En sus planes los cristianos, no sólo están llamados a imitar a su Maestro, sino a ser ellos mismos, con sus vidas, “luz del mundo y sal de la tierra”: "Alumbre así vuestra luz a los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el Cielo" (Mt. 5,16-18). Dicho con otras palabras: ¡Los cristianos estamos llamados a ser ejemplares!                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                          Guillermo Soto