COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran
Buenos Aires)
Domingo primero de Cuaresma< Ciclo
A
Evangelio según San Mateo 4,1-11.
Jesús fue llevado por el Espíritu al
desierto, para ser tentado por el demonio. Después de ayunar cuarenta días con
sus cuarenta noches, sintió hambre. Y el tentador, acercándose, le dijo:
"Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en
panes". Jesús le respondió: "Está escrito: El hombre no vive
solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". Luego
el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del
Templo, diciéndole: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está
escrito: Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para
que tu pie no tropiece con ninguna piedra". Jesús le respondió:
"También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios". El demonio lo
llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del
mundo con todo su esplendor, y le dijo: "Te daré todo esto, si te postras
para adorarme". Jesús le respondió: "Retírate, Satanás, porque está
escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto". Entonces
el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo.
CUARESMA 1: FIDELIDAD
Son las
tentaciones que el Señor recibe -y que permite recibir- del maligno. Una cosa
extraña, Jesús el Hijo de Dios, verdadero Dios y verdadero Hombre, que asume
nuestra naturaleza humana en todo menos en el pecado, permite al maligno que lo
quiera tentar.
¿Cuál es el
espíritu del tentador? Desviarlo para que no haga la voluntad del Padre, que no
sea fiel. Desviarlo de la misión, porque de esa forma lo destruye y
destruyéndolo nadie se salva. ¿Cuál es el objetivo del tentador? El tentador
nos tienta para que no cumplamos con la misión, para que no seamos buenas
personas, para que no seamos buenos creyentes, para que no seamos buenos hijos,
para que no seamos buenos hermanos. Es sacarnos del camino, desviarnos,
entretenernos, superficial izarnos, destruirnos. De allí la importancia de
saber que la tentación viene, y sobre todo viene en momentos difíciles, como
acumuladas, todas juntas. Ante esto ¿qué hay que hacer?: quedarse en el Señor,
escuchar al Señor, responder al Señor, seguir al Señor; sabiendo que es
necesario ser fiel porque, cuando uno es fiel, se libera.
Todos tenemos
tentaciones y tenemos que darnos cuenta que en la vida hay que perseverar para
seguir con el camino. Recemos más, pensemos más, vayamos al desierto, hagamos
silencio y sepamos que tenemos que quedarnos para cumplir con nuestra
finalidad.
Que nadie nos
quite del camino. Vivamos siempre en la confianza puesta en el Señor. El Señor
nos da la fuerza porque nunca una tentación va a superar nuestras propias
fuerzas.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén