5º
DOMINGO-CUARESMA-A
RESUCITACIÓN
DE LÁZARO
Padre
Pedrojosé ynaraja díaz
En tiempos de
Jesús, Betania, nombre que significaría casa de frutos, sería una simple aldea
próxima a Jerusalén. Cuando por primera vez estuve allí podía llamársele pueblo
y oficialmente recibía el nombre de Al Azariyeh, literalmente Sitio de Lázaro. Leo que hoy en día
viven en la población 17.606 habitantes.
Parece que la población habitada desde el s VI
a.C. estaba situada más arriba de la actual. Del sepulcro de Lázaro habla tanto
Eusebio de Cesaréa como el anónimo peregrino de
Burdeos, la gallega peregrina Egeria y San Jerónimo. Es alrededor de esta
sepultura que se fueron construyendo diversa iglesias, católica y ortodoxa, una
comunidad benedictina y una mezquita y otros edificios.
Betania
pertenece a Palestina y el tristemente muro de la vergüenza pasa a su lado y la
separa de Jerusalén. Es una lástima, pues, uno de los trayectos más emotivos
que podía realizar el peregrino, era precisamente el que se identificaba con el
que tantas veces siguió Jesús.
La ruta se
eleva suavemente unos 12 minutos, pasa uno por Betfagé,
donde según la tradición estaba el borriquillo del Domingo de Ramos, ocho
minutos más de subida hasta la cima del Olivete y
desde allí todo es bajada hasta la capital. Más de una vez he seguido tal
recorrido de unos 4km, con gran emoción. Ruta hoy imposible, pues el muro lo
impide y llegar a Betania supone bastantes kilómetros en coche.
Aunque no sea
este el tema del contenido del evangelio de este domingo, permitidme, queridos
lectores deciros que me gusta mucho visitar este lugar. La iglesia, pese a que
no me guste demasiado, de pésima acústica, es un canto a la amistad. Se hizo
semejante a nosotros excepto en el pecado dirá la carta a los Hebreos… pero los
hombres de hoy precisamente no ponemos mucho interés en imitarle…
Siempre que
voy celebramos la misa encomendando al Amor de Dios a nuestros amigos.
La iglesia a
la que me vengo refiriendo esta edificada sobre recintos anteriores de los que
queda alguna señal, pero hay otras iglesitas más preciosas, especialmente la de
época cruzada.
A su lado,
únicamente separado por un grueso muro, en terreno de dominio musulmán, está el
sepulcro de Lázaro, muy probablemente autentico, la arqueología da muchas
pruebas de ello. Impresionante descender desde la calla por malos peldaños y
situarse primero en el lugar de los diálogos entre las hermanas y el Maestro,
después entrar en la misma cámara sepulcral. Y desde dentro del hueco y desde
el interior de nuestra mente, conducir al corazón las palabras del Señor: Yo
soy la resurrección y la vida…
Cambio de tercio.
He titulado
resucitación para distinguir el milagro que el Señor hizo en favor de su amigo,
pero que aunque siempre digamos resurrección de Lázaro, no es idéntico tal
“fenómeno” al de Cristo. Lázaro volvió a la vida histórica y más tarde murió.
Una antigua tradición, seguramente leyenda, cuenta que llegó con sus hermanas y
otros más a tierras provenzales y sus reliquias reposan hoy en Saint-Lazare d'Avallon, en la Borgoña francesa, a escasos 5km de Vezelay, según creo recordar.
Vuelvo a
repetir lo de resucitación porque consultado el término, veo que se le define
como “reanimar a los seres vivos en estado de muerte aparente” que no es este
exactamente el caso, así que continuaré con la expresión tradicional, es decir
resurrección. El hagiógrafo recalca que le advierten al Maestro que hace 4 días
que murió, para que entienda que está muerto del todo, de acuerdo con las ideas
de aquel tiempo, que no corresponden a las que hoy definen la muerte clínica.
El evangelio
de Juan detalla situaciones muy especiales. El Señor está en territorio
peligroso y Betania lo es mucho más. Se trata de su amigo, es consciente, pero
no tiene prisa.
En llegando a
Betania el encuentro con Marta y las palabras que intercambian son preciosas.
Si el episodio de la preparación de la comida, que merece el elogio de su
hermana María advirtiendo que ha escogido la mejor parte, dejaba a Marta en
segundo término, la declaración de Fe que le expresa al Señor en el fragmento
del evangelio de la misa de hoy, merece gran
admiración y elogio. De hecho es algo parecido a lo que le dijo Pedro en
Cesarea de Felipe.
Se dirigen a
la tumba y Jesús llora.
Como en otras
ocasiones la naturaleza humana del Señor se sobrepone a la divina y de acuerdo
con lo que representa la pérdida de un amigo, no se avergüenza de manifestar su
dolor.
Pienso ahora,
amigos lectores, que muchos hoy también llorarán. El misterio de la muerte
humana, el de tantas muertes humanas de estos días, su dolor y amor, nos
recuerdan que el Hijo de Dios, el que murió en la cruz, continúa estando
presente. Lloró Él la muerte del amigo, lloró María su madre y lloraron con
ella Juan y la de Mágadala y la de Cleofás.
Un día la
historia se iluminará y entenderemos algo. Hoy nos toca llorar con Él y tratar
de acompañarlo, sin entenderlo, pero también sin rebelarnos, ni desequilibrar
nuestra mente y nuestro lenguaje. Aunque cueste aceptarlo. La pandemia que nos
rodea nos inclina al pánico, la Fe debe darnos Esperanza.
El Señor se
atrevió al milagro que salvaba al amigo, pero que le condenaba a Él. Tal hecho
en lugar tan próximo a Jerusalén, resultaba para los notables una descarada
provocación, que no le perdonaron.
¿qué amigos tenemos por los cuales nosotros estemos siempre
dispuestos a jugárnosla?
Os llega muy tarde
este comentario, amigos lectores, hace días que lo empecé a redactar, me ha
costado mucho acabarlo. Me duele la pandemia, la posibilidad de que a mi lado
entable batalla.
Roguemos unos
y otros a Dios. La oración del Papa, sus esfuerzos corporales, más palpables
que su mente triste, nos dan muestra de que se siente el receptor del mal que
aflige a la humanidad y en su nombre ruega insistentemente al Señor. Como Jesús
en Getsemaní.
Si os ha
parecido que era frivolidad las explicaciones que he dado al inicio,
perdonádmelas, quisiera como siempre que quedara muy claro que no se trata de
una creación dramática, en un escenario de cartón piedra, aludiendo a tiempos
imaginarios. --